Capítulo XXIII

1.1K 149 17
                                    

—¡Vaya, Reki! ¿De nuevo? Un día llegarás hecho trizas.

—Realmente ésto no es nada...

—¿Qué, no? ¿Cuántas veces vas con ese brazo? ¿Dos, tres lesiones?

Apenas eran algunos cuantos alumnos en el salón, así que _____ Miura oía todo aquello alto y claro. Miró por sobre su hombro, notando como el de cabellos rojos llegaba con un brazo vendado y atado. Volvió al frente, antes de que la viera. Seguía molesta a pesar de ya ser lunes.

No podía dejar de pensar en que él no había tenido confianza en ella, y que le mintió de esa forma. Estaba enojada, pero no lo odiaba.

Siquiera le hubiera hablado e intentado dar más detalle de lo que le pasaría, y así quizás, hubiera decidido no enfrentarse. Pero para que él fuera y se tirara de lleno, tampoco daba.

Se había sentido traicionada.

Por su parte, Reki Kyan no dejaba de sentirse una basura con patas. Pero con todos los trucos que tiene Shadow, nunca se sabe con cuál llegará a salir. Podría haber terminado como él, o aún peor.

Se sentó en su lugar, alzando la cabeza para buscarla con la mirada. Estaba en su sitio, observando su pupitre. No hacía ni falta verle el rostro para averiguar cómo se hallaba, provocando que no se animara a hablarle para explicarle.

¿Debía dejar pasar algunos días? ¿Tendría que hablarle ya? ¿O hasta ahí había terminado la relación que tenían?

Eso le dolía con sólo pensarlo, después de todo, se había enamorado de ella. Y la situación era igual en el otro extremo del hilo.

Así fueron pasando los días. Ignorándo o acobardado para conversar. Siempre esperando que el otro diera el primer paso para el perdón. Y eso era un grave error.

 Y eso era un grave error

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Reki.

Al oír la voz de su madre, entreabrió un poco sus ojos, sin haber podido pegar el ojo durante toda la tarde.

—¿Qué pasa, mamá?— preguntó cansado, sentándose en su cama, algo que también hizo la mayor.

—¿Necesitas hablar de algo?

Masae Kyan ya no soportaba ver a su hijo con tan bajos ánimos, y por más que lo intentara de alguna indirecta de animarlo, no daba resultado alguno.

El chico la vio, para terminar recostándose nuevamente, pero esta vez sobre el regazo de su madre que de inmediato comenzó a acariciar su cabeza.

—Soy un idiota...— soltó con pesar.

—¿Por qué dices eso?— lo vio preocupada.

Reki, sin querer guardar todo aquello que lo estaba lastimando, decidió dejarlo ir y qué mejor que aquella mujer podría ayudarlo a encontrar una solución. Luego de una semana, de sábado a sábado, rompió en llanto.

—_____... me odia... Porque, porque...

Sin dejar de acariciarlo, la mayor aguardó a que se tranquilizara un poco para que continuara contándole.

—Porque hice algo que ella debía hacer...

—¿Por qué?— preguntó suavemente.

—Porque... era algo realmente peligroso, y no quería que ella saliera lastimada...

—¿Una competencia?

Obviamente no era boba. Sabía que su hijo salía a algún lado con el motivo de ver a más patinadores o él mismo ir a patinar. No podía llegar vendado y adolorido por nada.

—Mm... s-sí— dijo algo inseguro —. ¿Q-qué se supone que haga?

Masae quedó un momento en silencio, sin dejar de verlo.

—¿Ella dijo que te odia?— y él negó —Así que no tendrías que decir eso. Deberías preguntarle. Pídele hablar en un lugar donde estén solos, así no se distraen ni se sienten tan incomodados por otras personas— mencionó.

—¿Y si no quiere?

—¿Que no querrá? No creo eso. Si realmente le importa lo de ustedes, asistirá para aclarar las cosas.

Reki quedó pensando sus palabras. No perdía nada en intentarlo. Hasta comenzaba a apegarse a la idea de que las cosas podrían solucionarse.

—Así que no te preocupes por tu novia— sonrió, aún acariciando sus cabellos.

A sus palabras, se sentó de golpe, sorprendiendo a la mujer. Se le quedó viendo con los ojos bien abiertos para luego, desviar la mirada con un ligero rubor sobre sus pómulos.

—¿Haríamos linda pareja?— interrogó tímidamente.

—¿Aún no lo son?— comentó con una notoria sorpresa, a lo cual su hijo negó —Pensé que sí, después de todo eran mucho más unidos esas últimas veces que venían— dijo volviendo a curvar sus labios —. ¡Ah, cierto! Pídele a Koyomi que te pase una foto, ¿si?

—Eh... claro— asintió confuso, viendo como su madre se ponía de pie y se retiraba, avisándole que fuera a comer un poco de pastel que había preparado.

Por su parte, se volvió a echar en su cama como antes, estirando una mano a tomar su celular. Le envío uno que otro mensaje a Koyomi, quien le aparecía que estaba conectada. Pero cuando los minutos pasaban, comenzó a dejarle llamadas, hasta que la vio aparecer molesta en el umbral de su cuarto.

—¿Qué quieres? No me dejas hablar tranquila con mis amigas.

—Mamá dijo que te pidiera que me pasaras una foto. ¿Qué es?

—Ah, ya sé. Ya te la paso...— y se ausentó a su habitación para, a los segundos, recibir un mensaje de su parte.

Al abrirlo, descubrió que en la foto salía él junto a la apellidada Miura, durmiendo tranquilamente. No pudo ni aguantar un segundo más que comenzó a pintar una tierna sonrisa, mientras sentía que sus ojos se humedecían. Ya pronto volverían a estar bien, pensaba.

Muy, pero muy poco capítulos para que termine

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Muy, pero muy poco capítulos para que termine. ¡AAAAAAAAAH!

Besos ♥

INCREÍBLE SENSACIÓN |Reki Kyan y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora