Voces.

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Un día le pregunté al vacío si en alguna otra vida había sido tan mala para merecer aquello.

Estaba enojada y a la vez triste, porque estaba harta de ser una estúpida sombra de algo que no deseaba ser. Estaba harta de las máscaras, de las mentiras, de intentar a diario y que fuese en vano.

Las tentaciones y voces en mi cabeza eran mucho más fuertes que antes y vociferaban que pronto sería mi fin, que no sería nada sin ellas y eso me dejaba indefensa y fácil de atacar.

Y no eran precisamente tentaciones buenas. Las autolesiones, los desórdenes alimenticios, el ejercicio exhaustivo, las purgas, el vómito, la caída del cabello, el rechazo, el ser un puto bicho raro que empezaba a ahogarse y, para mi desgracia, en esta vida nadabas o te hundías.

Comenzaba a hundirme y veía el final de mi vida. La vida se movía tan rápido y yo iba tan lento.

1, 2, y cuando quise intentarlo, ella me sonrió.

La pequeña niña que alguna vez fui.

"Entonces, ¿nuestros sueños mueren aquí?" preguntó.

Su pequeña vocecita, llena de desilusión: era una niña llena de amor.

"No, no termina aquí".

Ahora soy mayor de lo que alguna vez creí que llegaría a ser.

Cuando dejes de recordarme. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora