¿Alguna vez alguien se ha sentido perdido? Yo sí, durante los últimos cinco, casi seis años. Me llamo Bridgette, y tengo 25 años, y bueno...no recuerdo nada de mi pasado.
Hace cinco años desperté de un largo coma en un hospital en Marsella, me dijeron que sufrí un accidente, no lo sabía, no recordaba nada, nada de nada. Bueno, recordaba mi edad y mi nombre, pero no mis apellidos. Me dijeron que estuve en coma durante casi dos años así que fue un gran shock enterarme de ello. Esperé un mes en recuperación para ver si alguien venía a verme, pregunte si alguien podría estar buscándome, preguntándose qué fue de mí. Pero no, nadie jamás preguntó por mí, nadie jamás vino por mí. Cuando me fui del hospital me dieron unos documentos, una tarjeta médica que incluía un apellido para rellenar el espacio perdido en mi nombre, Marchand, al menos fue algo. Pero no tenía dinero, tampoco una identificación legal, y ni siquiera un lugar donde quedarme, no sabía qué hacer.
Las primeras semanas fueron un calvario, había terminado de una cama de hospital a una caja de cartón que terminé perdiendo por otro vagabundo. Estaba sucia, hambrienta, con tantos problemas que cualquiera ya se hubiese echado a llorar… pero yo no. Y lo que haría sería salir adelante con o sin pasado.
Lo primero que hice fue buscar puntos donde pudiera asearme, comer, y ganar dinero, aprendí a asearme en las estaciones de trenes con el jabón de los lavamos de los baños. La comida fue difícil, para eso necesitaba dinero y no me atrevía a mendigar, por lo que recogiendo carros de equipaje o carritos de súper mercados, abrir la puerta a ciertas tiendas y ayudar a estacionar a los autos con avisos la gente me daba una moneda y podía comprarme algo para calmar mi estómago por un tiempo. Mi ropa la conseguí en una iglesia del lugar, eran muy amables, me daban comida y me ofrecí en ayudar con la oportunidad de limpiar ganando unas monedas extras. Agradecía la ropa donada, eran muy buenos conmigo. Cuando necesité cubrir necesidades más primordiales gane dinero dando mi cabello a una peluquería, el cabello corto me sentaba bien, no me podía quejar y aprendí que crecía rápido, los de la peluquería estaban encantados con mi cabello.
El invierno en Marsella fue cruel, me quedaba en los albergues y era una pelea constante por quién se quedaba con las mejores camas, en poco me di cuenta que lo mejor era quedarse en los pequeños albergues de la iglesia porque así no tendría que cuidar mis cosas todo el tiempo. Los de la iglesia nos daban arroz, alubias y pan, no era mucho pero igual se agradecía, teníamos suerte si nos tocaba algo de carne por lo que cuando llevaron pollo en navidad todos estábamos muy contentos. Me enseñaron a zurcir y coser, todos se sorprendieron, incluyéndome, de mi habilidad con la aguja. Así que me dejaron quedarme en un cuartito de la iglesia y pase el resto del invierno en paz y componiendo ropa.
A veces iba al hospital, debía volver con mi cartilla cada seis meses a contestar algunas preguntas y pasar por el examen médico básico, pero empecé a faltar regularmente, ya no le veía el caso a aquella visita de rutina.
Al pasar el tiempo aprendí que se me daba bien la cocina, por lo que me dejaron hacerme cargo de cocinar y vaya que muchos me lo agradecieron. Hacía de todo para ganar dinero, desde zurcir, coser, lavar, barrer, cocinar y recolectar botellas o plásticos por las calles, y cada vez que me crecía mucho el cabello lo cortaba y me pagaban muy bien por este. Estaba muy a gusto, pero no podía evitar preguntarme si de verdad estaba sola o alguien estaría buscándome, y si no era así... ¿qué clase de persona era para que no lo hicieran? El padre de la iglesia solo me decía mantener la esperanza, pero mi esperanza hacía tiempo se centraba más en vivir tranquilamente y con una buena vida a futuro.
A los dos años el padre me envió a Paris, con una buena amiga de este que tenía un edificio de departamentos, ocupé un cuartito de la azotea pero también, la azotea la convertí en un lugar más acogedor. Después los del edificio me empezaron a tratar y les caí bien, la casera dijo que les había contagiado algo de mi energía, yo solo sonreí ante la idea. Después conseguí un trabajo de medio tiempo en una tienda de abarrotes en turno rotativo y en la noche cuidaba los niños de los vecinos, me encantaban los niños y no fue un problema tratar con ellos, y me también confiaban en mí porque no tomaba nada sin pedir permiso, no le gustaba mucho tomar cosas de los refrigeradores y creo que eso hacía que me quisieran más. Pero ante todo tenía un sueño, comencé a comprar ciertos objetos para esto, papel, hilo y un poco de tela para comenzar a diseñar. La ropa vieja la transformaba en hermosas obras de arte y dibujaba vestidos o trajes dignos de una pasarela, una vecina me sugirió ir a la escuela de moda, pero terminaron literalmente echándome a patadas al no tener papeles ni pasado. Dolió pero decidí darme un empujón para salir adelante y entré a una escuela técnica de secretaria y contabilidad, era aburrido, nada que ver con crear vestidos, pero se enteró que los que se graduaban recibían un trabajo con una muy buena paga. Poco a poco hacia mi camino, quizás no de la manera más convencional pero estaba feliz, no creía pedir nada mejor por ahora, podía estar en paz…
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vivir, amar, recordar
Romanceesta historia no es mía, solo quería compartir la aquí en wattpad la autora de esta historia es de sonrais777 de fanfiction y mi pareja favorita es bridgette y Félix de ladybug pv