Verdades a medias.

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Marinette era conocida como una chica con la peor de las suertes, patosa y una soñadora empedernida que podía desconectarse del mundo entero si quisiera, pero era dulce y gentil con todo mundo, bueno, menos con Chloe. Pero eso no quitaba su mala suerte, inclusive en un descuido podría provocar que una simple naranja volcara su desayuno completo. Y ahora su mala suerte le hizo pasar el peor momento de todos, estaba en el baile y su vestido terminó desgarrado por la parte de atrás por culpa de un clavo mal puesto en uno de los arreglos y para colmo en su intento de cubrirse dejo caer por error la fría ponchera sobre ella al caerse, fue tan humillante cuando Chloe lo gritó a los cuatro vientos y un montón de risas se hicieron presentes. Quería encontrar un agujero y no salir jamás. Había apagado su teléfono y ahora estaba en la azotea de su casa, sentada sobre una de las sillas de jardín del lugar y abrazando sus rodillas, tenía rastros de lágrimas en sus ojos y que aún faltaban de derramar. De repente una taza color blanco con grabados de flores rosas se posa frente a ella, al alzar la vista ve a Bridgette mirándola con una dulce sonrisa.

-Te hice chocolate.

-No creo estar de humor para chocolate Brid...

-Todo mundo está de humor de chocolate, vamos, tiene malvaviscos...- Marinette sonrió ante su tono cantarín y tomó la taza dando unos sorbos al cremoso chocolate.

-Gracias.- Bridgette se sentó en la otra silla.

-No hay de qué. Sabes que siempre estaré para ti Mari.- Marinette tomó un poco más de chocolate y suspiró.

-Soy un desastre...

-Hey, no digas eso.

-Todo salió mal hoy Bridgette e hice el ridículo frente a Adrien, frente a todo el mundo en el baile de bienvenida. Fue horrible.- Bridgette sabía exactamente quién era Adrien, era el hermano menor de Félix y al parecer después de que le prestase su paraguas y se disculpara por algo relacionado a una goma de mascar, se enamoró de él. Bridgette sabía lo que era sufrir por un amor. Suspiró a lo bajo cuando siente como la pequeña Tikki se restregó en su pierna. Eso le dio una idea.

-Entonces supongo que no estas de humor para recibir mi regalo de bienvenida.- Marinette le observó curiosa.

-¿Qué regalo?

-Cierra los ojos~.- canturreó y Marinette así lo hizo, no estaba de humor pero igual lo hizo, de repente sintió como tocaba sus orejas, ¿acaso le había regalado unos pendientes?- Ábrelos.- y al hacerlo Marinette vio con grandes ojos a Bridgette y al dejar el chocolate sobre la mesita se llevó ambas manos a sus orejas.

-B-Brid, ¿acaso tú...? Pero son tus pendientes.- dijo sabiendo lo importante que eran para ella al ser un regalo del padre de Bridgette.

-Ahora te los doy a ti.

-No puedo aceptarlos.

-Puedes y lo harás, son una reliquia familiar que ha pasado por la familia Cheng por generaciones. ¿Recuerdas la historia de esos pendientes?

-Sí. Que hace muchos años nuestra bisabuela iba a ser casada contra su voluntad. Y una noche escapó.

-Pero en el camino se perdió siendo atrapada por una gran tormenta y se refugió en un viejo árbol hueco donde en poco se le unió un gato negro. Dijo que era un gato negro de grandes ojos verdes. Le dio al gatito parte de su comida y mientras lo hacía vio una mariquita aparecer entre el pelaje de su cabeza. Después de comer el gato jugaba con la mariquita que volaba sobre el gato que en ningún momento lanzaba algún zarpazo peligroso para lastimar al insecto, eso le recordó que las historias decían que los gatos negros atraían la mala suerte, pero las mariquitas la buena, por lo que veía como ambas criaturas convivían y parecían jugar. Enternecida por aquella extraña unión la bisabuela con su bufanda le hizo una cama al gatito antes de dormir vencida por el cansancio. Al despertar encontró que ni el gato ni la mariquita estaban, la lluvia había cesado y al recoger u bufanda vio sorprendida estos pendientes. Y después de días, al llegar a un pueblo lejano ayudó a una mujer anciana que de inmediato le ofreció trabajo.

vivir, amar, recordar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora