Acercándose

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Bridgette miró el lugar con grandes ojos, estaba segura que de alguna forma despertaría y terminaría en el suelo de la impresión, pero no. Ahora miraba aquel bonito departamento que era solo para ella. De paredes blancas con algunos cuadros de paisajes hermosos, el piso color gris tenían un degradado azulado, la sala era moderna y vanguardista de muebles de piel color negro y una mesa de cristal con un florero blanco lleno de rosas rojas, enseguida estaba la cocina, de azulejos rojos con estufa y refrigerador de cromo, el comedor era una sencilla mesa circular de color blanco con cuatro sillas del mismo color, y antes de ver más sus ojos se posaron en Félix que la miraba escondiendo su sonrisa divertido de ver sus expresiones. La verdad era que Félix la había citado en una cafetería para hablar de su contrato, ella leyó cada parte con cuidado y casi le da un infarto cuando vio su sueldo, pasaron unas horas hablando del contrato y de sus futuras funciones y las funciones que desempeñaba la empresa en el mundo de la moda, cuando Félix la llevó a ese elegante complejo de apartamentos ella estaba confundida… hasta que abrió la puerta y dijo esas palabras que no captó a la primera.

-¿Qué dijo? Hace un momento... ¿qué dijo? ¿Me lo puede repetir?- preguntó con voz chillona.

-Dije que este es tu nuevo hogar.- de no ser porque se sostuvo de la barra de la cocina seguro hubiese caído al suelo.

-Pe-Pe-Pero ¿por qué?

-Porque comenzará a trabajar con nosotros el próximo lunes, no podía dejarla vivir donde antes, se vería mal para nuestra empresa.

-Pero...

-Si le preocupa el dinero no debería, obviamente se descontará una parte de su salario, pero aun así seguirá ganando lo suficiente para vivir. También hablé con su antigua casera, todas sus cosas ya han sido trasladadas a este espacio.- Bridgette no supo qué decir por al menos unos diez segundos.

-Ah, bueno pues si es así... Muchas gracias señor Agreste, digo, Félix.- ella parecía que lloraría en cualquier momento de felicidad.

-Estas son sus llaves. Y bueno, ya es tarde, descanse señorita Marchand.- se dio media vuelta para salir.

-Bridgette...- Félix se detuvo.- Di-Dijimos que podía llamarme Bridgette o Marchand o... lo siento como quiera llamarme o como te sea más cómodo, ya ni sé...- aquella forma de hablar algo atropellada, esos gestos exagerados de manos le parecieron adorables. Sonrió y Bridgette sintió sus mejillas arder ante lo condenadamente atractivo que era.

-Está bien, Bridgette. Lo recordaré-

-S-Sí...- su corto mechón formó un pequeño corazón. Félix se agachó un poco para estar a la altura de su rostro y habló en voz ronca y profunda.

-Buenas noches.- al irse, Bridgette sintió su pecho explotar y casi cayó desmayada, gritó como loca y luego se tapó la boca.

-Rayos, parezco loca pero es que él... maldición, ¡es que es tan sexy! ¡Un pecado andante!- dijo con la cara tan roja como una cereza hasta que se abofeteó para calmarse pero una sonrisa de boba se forma en su cara.- Creo que iría al infierno gustosa…

Cuando Félix se fue comenzó a registrar lo demás de la casa, encontró el baño el cual casi le da algo, era de azulejo verde esmeralda y habia una ducha y... una tina blanca. Siempre habia querido saber lo que se sentía un baño de burbujas. El excusado y lavamanos eran de color blanco y había un estante de madera pulida para poner toallas, ropas o algunas cosas de higiene personal y encontró no solo unas tres toallas blancas sino jabones de diferentes esencias y shampoo, todo eso le encantaba. Debía agradecer al señor Agres... a Félix por todo. Y después fue a su habitación, casi sintió las piernas fallarle. Las paredes blancas, la lámpara ventilador encima, un elegante tocador y una mesa de trabajo para dibujar pasaron a segundo plano cuando vio la enorme cama matrimonial de sabanas azules. Se lanzó sobre la almohada y gritó de felicidad no importándole si revolvía las sabanas hasta que vio unas puertas de madera, supuso era el closet, lo abrió y sus ojos se abrieron como platos.

vivir, amar, recordar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora