¿Había sido real lo que pasó? O fue un juego de su mente después de desearlo tanto. Bajó la vista hasta su cuerpo cubierto por el esperma de Edric. Definitivamente no se lo había imaginado pero la forma en la que salió de allí...
Fue lo mejor, se repitió varias veces. Fue lo mejor. No permitiría que volviera ponerle una mano encima. Ya había descansado, había liberado todo el estrés, toda la tensión. Estaba tranquila, no lo necesitaba para nada más, solo eran las ganas lo que la ponía de esa manera ¿cierto?
Se levantó por fin de la cama y fue hasta el baño. Revisó su aspecto frente al espejo, amando como se veían los restos de Edric sobre ella y dudando si limpiarlos o no. Quería tenerlo sobre ella lo máximo posible.
— ¡Reacciona Tiana! — se reprendió.
Tomó una toalla húmeda y retiró todo el líquido de su cuerpo. Quería este proyecto con toda su alma y no iba a echarlo a perder.
Edric respiraba profundo, apretando las manos sobre el lavabo. Recordar lo que había pasado lo puso duro de nuevo. Huyó en esos momentos porque sintió que había perdido todo el control. Ella le mentía y no estaba dispuesto a tolerarlo ¿por qué era tan difícil aceptar que se sentía atraída hacia él? Entre más se resistiera más la castigaría, aunque en ese proceso también se castigara él. Estaba decidido a tenerla, tal vez después de que ambos se acostaran todo aquello pasaría y podrían seguir con sus vidas. Podrían ser profesionales como ella misma dijo.
Rio de sus propias palabras. Nunca hubo nada profesional allí. El talento que ella poseía no podía negárselo a nadie. Cuando era momento de presentar un proyecto era feroz, decidida e inteligente para responder, aunque a veces se dejara ganar por su temperamento.
Eso también le gustaba muchísimo de ella, que a pesar de quererse mostrar controlada todo el tiempo, estaba esa llamita en segundo plano buscando la oportunidad para explotar.
— ¡Papi! — gritó Alaia sacándolo de sus pensamientos. Observó su entrepierna para cerciorarse de que todo estaba bien, no quería asustar a su hija, y prefería mantener alejados los pensamientos sobre Tiana mientras se encontraba cerca.
— ¿Cómo está la bebé más hermosa del mundo? — la chiquilla torció los ojos mientras acomodaba sus rulos como la mini diva que era.
— No soy bebé. Soy grande.
— Está bien, ¿Cómo estás, Alaia? —La tomó en brazos feliz de sentir el consuelo que aquella chiquilla podía brindarle. Uno del que nunca se había sentido merecedor —. ¿Qué quiere hacer la bebé gigante más hermosa del mundo? ¿Qué tal una película y palomitas?
Alaia estaba concentrada en Frozen como si no fuera esta la vez cinco millones en verla. Pero por más que Edric intentaba estar completamente centrado en ella no podía hacerlo. Al día siguiente dejaría todas las cosas claras con Tiana. Todo aquello estaba afectando su vida en todos los aspectos.
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