Capítulo 2

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—¡Si perdemos el vuelo, quiero recalcar que todo será tú culpa!—Me grito Luis

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—¡Si perdemos el vuelo, quiero recalcar que todo será tú culpa!—Me grito Luis.

Los meteré en contexto.

Hoy es jueves, el día de hoy, se supone que nos vamos a Estados Unidos para poder cursar nuestro último año de universidad. El vuelo, salía a las 8:00 AM, así que por lógica, tendríamos que estar en el aeropuerto del dorado
a las 6:30 AM para poder hacer todo el proceso antes de montar en el avión, por lo cual, Luis durmió en mi casa para estar listos rápidamente... La alarma no sonó, son las 7:14 AM y estamos en medio de un trancón.

Me quiero matar.

—No puedo creer que todo se va a caer por tu estúpido teléfono ¡Te dije que lo pusieras a sonar anoche!. —Me pelea Luis con rabia en sus ojos. Es el colmo.

—Yo lo puse a sonar, ¡Tú estabas encima del teléfono! No lo escuchamos porque tu culo lo estaba pisando. —Estaba estresada, todo se está yendo directo a la mierda en menos de 3 horas. —¿Sabes qué? No pienso pelear, mas bien, vámonos.

—¿Qué?

Le entregue dinero al taxi y me baje del mismo, saque mi maleta y empecé a caminar al paso peatonal al lado de la calle.

—¡COÑO PERO ESPERAME!. —Grita Luis a lo lejos.

Sigo caminando, tratando de avanzar entre la multitud de gente que se dirige a sus trabajos. Camine al menos unos 10 minutos hasta que lo vi.

El cáliz de fuego. Un bici taxi, bueno, parecía más un moto taxi, no lo sé.

—¡Señor!. —Le grite, silvano para que me notará. Sorprendentemente, me oyó. Se acercó a mí rápidamente y agradezco que esa cosa era grande. —¿Si le pagó 50.000 pesos, nos lleva al aeropuerto lo más rápido posible?

—Por eso te llevo a la luna. Súbanse.

Supongo que no todo se irá a la mierda el día de hoy.

Luego de unos 15 minutos, llegamos al aeropuerto. No saben lo agradecida que estoy con ese hombre, aunque le pague al menos unos 8 almuerzos bien grandes, pero para tiempos desesperados medida desesperadas.

Pero me sentí aún mejor cuando al fin, nos subimos al avión. Resulta que había llegado con retraso, entonces nos dio tiempo de hacer todo, a las 9:00 ya estábamos despegando.

—Casi... Perdón, si fue mi culpa que no nos despertáramos esta mañana... —Soltó de repente Luis a mi lado. Estaba triste, pude ver un poco de lágrimas en sus ojos acumulados mientras le pegaba un mordisco a su empanada. —Casi cago nuestro viaje

—Olvídalo, ya estamos en el avión y llegaremos en unas 6 horas. Lo importante es que estamos aquí, tú y yo.—Lo corte. —Somos una familia, nada nos separa, guarda eso en tu memoria por siempre.

Nos miramos y solo pudimos soltar una pequeña risa. Me siento feliz de tener un amigo como Luis, definitivamente ese maracucho es una de las mejores cosas que me pasó en esta vida.

Nikolaisen: El Deseo de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora