NARRA CASANDRA:
La alta torre de cristal que elevaban según caminábamos por esa alfombra negra que demostraba la elegancia de este sitio, como si las personas que irradiaban dinero en sus ropas de lino y seda entre sus principales atributos, los collares brillantes y los ojos curiosos que miraban nuestro caminar hacia las entradas de cristal. Caminaba lento, tratando de estar tras los pasos de los hermanos, miraba de reojo a las personas, murmurando mientras no tenían absolutamente la decencia para apartar sus ojos de sus pasos lentos y cuidados en cada pisada.
Luis miraba a todas partes, admirando los brillos grises y distintivos, a mi lado luciendo este hermoso traje; baje la mirada mirando nuestras manos enlazadas, asintiendo. Sabía lo que trataba de decir, estaba buscando una salida de aca, solo teníamos esta noche para lograr algo luego de nuestro fallo de ayer en la casa de los Nikolaisen.
–Magnar cariño, es un gusto verte por estos lares, ya hasta se me olvidaba tu rostro luego de que te resignaras a vivir en los bosques de Noruega. –Dijo una mujer que se acercó a los hermanos con una sonrisa, esa copa de vino que acompañaba sus grandes labios rojos acompañados por un vestido blanco lleno de plumas. –Frey, te ves impresionante como siempre, tenemos que hablar acerca del hotel de Canadá, tus ideas fueron impresionantes y te lo debo todo a ti.
–Es un gusto señorita Lennox, sabe que podemos hacer más negocios cuando usted lo desee, estaremos honrados en hablar con usted. –Responde el pelinegro con una sonrisa mientras estrecha la mano libre de la mujer adulta, mientras Magnar se queda callado mirándola. Mientras la mujer se aleja lentamente, escucho la risa burlona de Frey, lo miro confundida mientras aprieta el hombro de Magnar. –Te dije que tenias que salir un poco más de la manada y tus juguetes reciclados.
–Trato de aportar mi grano de arena a comparación de ti Frey. –Dice mientras se sienta, habíamos llegado a un especie de sala que podíamos ver al resto de las personas en la fiesta de inauguración, mientras veíamos como en el centro se alzaba un escenario donde tocaba una banda.
Me senté con cuidado mientras a mi lado lo hacía Luis, igualmente... la verdad la ansiedad me estaba matando, así que apenas pasó un hombre vestido de pingüino trajo una copa de vino, tomándola rápidamente.
–No deberías beber, estamos en público. –Dijo Magnar mirándome fijamente.
–¿Me vas a controlar hasta tomarme un trago? Estoy pasando una mala semana, déjame en paz. –Solté con fuerza, la verdad ya me tenían harta de sus cosas, tengan paciencia con el prójimo.
–Solo decía. –Dice con una sonrisa. – Puedes hacer lo que quieras Luna.
Frey y Magnar estaban mirándome, lo podía sentir, la verdad todo estaba muy callado, si no fuera por la banda y el sonido de la gente que hablaba en el gran lugar nos evitaba que todo fuera super incómodo.
–Creo que hay una salida, recuerdas cuando trabaje en un restaurante? –Asentí rápidamente mientras seguía mirando a las personas riendo– Pues de allá, están saliendo los meseros de la puerta izquierda del fondo. Siempre en los hoteles y zonas turísticas los empleados tienen una salida por estos lugares, así que si vamos por ahí podremos encontrar la salida, no será tan difícil.
Lo mire fijamente y solo pude soltar una risa mientras le revolvía el cabello, son gracia.
–Jamás pensé que ese cerebro tuyo nos servirá para algo. –Dije con burla mientras observaba su rostro molesto por lo que dije. –Solo nos falta encontrar la manera de deshacernos de estos dos, ¿Alguna idea que me des mi veneco?
–Este veneco siempre tiene buenas ideas. –Dijo inflando el pecho.
En eso escucho como Magnar y Frey empiezan a susurrar entre ellos, diciendo palabras que realmente me era imposible entender; en eso, llega un hombre que al parecer era del servicio del hotel, en eso ambos se levantan y veo cómo se arreglan el traje. Frey me miró un segundo y me dio una pequeña sonrisa.
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Nikolaisen: El Deseo de la Luna
WerewolfA veces no somos conscientes de lo que vive en las sombras, vivimos en un mundo cegado en lo que podemos ver y no somos conscientes de lo que no... ellos, eran esa sombra, observando desde la penumbra de los edificios de esta fría ciudad. Jamás lleg...