Vante

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Era de nuevo una noche estrellada, habían pasado ya dos semanas desde la muerte de Jerathel y Vante a menudo lo recordaba, dolía su recuerdo y verse manchado con su sangre dolía aún más

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Era de nuevo una noche estrellada, habían pasado ya dos semanas desde la muerte de Jerathel y Vante a menudo lo recordaba, dolía su recuerdo y verse manchado con su sangre dolía aún más. A menudo recordaba el modo y el amor con el que le hablaba de su amada esposa, le habría gustado conocer aquella emoción que tanta felicidad causaba en el rostro del anciano que quiso como amigo. El pequeño poblado que rodeaba al castillo descansaba apaciblemente, estaba rondando la media noche y no había prácticamente nadie en las calles, a lo lejos se veían en las casas algunas personas que aún no se iban a dormir. Vante estaba sobre un techo, junto a una chimenea, admiraba la vida que se veía a pesar de la hora en el interior de algunas casas, veía algunas parejas siendo felices, esposas cuidando de sus hogares llegando a esas horas despiertas.

Hubo algo que sacó a Vante de su ensoñación, una chica que lo había visto desde hacía rato, ella estaba en la ventana de su hogar, muy cercano a al techo donde Vante se encontraba, parecía que Vante no se había percatado de su presencia pues no presentaba ningún peligro y tomando en cuenta la cantidad de presencias que había en ese lugar. La chica de cabello negro, corto a la altura de su hombro, totalmente liso, traía una pequeña blusa con tirantes bajo un suéter grande y bajo este unos pantalones de mezclilla, con unas zapatillas tipo converse le sonría bromista y con mucha confianza al, según ella, apuesto chico sobre el techo.

─ ¿No estás ya muy grande para escaparte de tu casa? ─Dijo la chica, llamando la atención de Vante.

─ ¿No estás muy pequeña para estar despierta a esta hora? ─Respondió el príncipe Vante con una sonrisa delicada en su rostro

─No, siquiera eres mayor para que me digas eso... Tienes un cabello y ojos muy lindos, pero se te harán ojeras, ya vuelve a tu casa... ─dijo ella sonriente también.

Vante la miró por unos segundos, su mirada era dulce, volvió a sonreír y ella correspondió, sus pensamientos se centraron en ella en aquel momento, esta vez no era aquella necesidad de alimento que sentía antes, era compañía.

─No lo soy, pero lo seré un día... ¿Quieres venir aquí? ─dijo el príncipe, está vez no estaba manipulando la mente de ella.

─puedes hacerme daño o algo así... ─Respondió la chica en tono bromista.

─Créeme que si quisiera hacerte daño ya lo habría hecho, pero está bien... ─Vante volvió la mirada al cielo y esbozo una sonrisa después de decir aquello.

─Hablas extraño... No eres de aquí ¿Verdad? ─la chica empezaba a intrigarse, pues no era normal que un joven de la edad y apariencia del que estaba ahí apareciera de la nada.

─Te diré lo que quieras si vienes aquí... Lo prometo y tampoco te haré daño ─de nuevo empleaba ese tono de voz tan neutral y apaciguador que podría convencer a los ángeles de convertirse en demonios.

─Aunque quisiera ¿Cómo llegaría ahí? ─la chica sonó más convencida que dudosa y empezó a observar por donde podría escalar para llegar al desconocido.

POSEÍDO 1 一KTH一 +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora