Se quedaba ahí observando a la nada misma en su propia habitación. Se congelaba en el solo pensar cómo podría hablarle o acercarse hoy por los pasillos, se emocionaba como un adolescente lleno de preguntas, lleno de ilusiones y hasta con esas mugrosas mariposas que le bailaban en el pecho.
Hoy, no le costó para nada levantarse temprano, incluso lo hizo 10 minutos antes de que sonara el despertador. Se dio una ducha bastante larga y se miraba en el espejo al acomodarse la camisa color gris y en seguida la corbata. Quería darse el permiso de sentir, pero no sabía, no estaba seguro aún.
Sobre la barra de la cocina recargaba sus codos mientras sostenía aquella taza de café que ahora se encontraba frente a sus ojos, miraba a través de vapor que salía por la calidez del mismo, pensando en cómo iría hoy vestida. La idea se le cruzaba por la mente y ahora tenía bien en claro que tenía que ensayar para el mentado torneo de VolleyBall…ese Gerard…siempre con sus instintos de grandeza que ahora pretendían separar a Natalia de su lado.
Pero ¿En qué momento ella ha estado a su lado? No puede perder algo que jamás tuvo, pero que quizá pueda tener. Ella es una chica bastante linda, inteligente, aunque a él le costaba incluso aceptar aquello, tenía buen gusto para vestir y esa sonrisa que le regalaba cada mañana estaba comenzando a despertar en él un insomnio por las noches.
Mientras caminaba a su auto, se preguntaba si ella notaba algo en él. No se muchas han dicho que sus ojos son fabulosos, y que tiene un sentido del humor bastante peculiar. Había puras señoras en su área, y ahora que ella ha venido a cambiar todo eso no podía darse el lujo de desaprovechar aquella oportunidad.
Manejaba despacio por aquellas calles húmedas, hoy no amaneció lloviendo pero pareciera que ayer llovió toda la noche. James dormía como roble, así que no se percataba de algunos ruidos nocturnos, ni de él mismo incluso.
Casi al llegar, quizá unas largas cuadras, divisó a una hermosa chica caminando tranquilamente con un morral en su hombro, una lonchera que él ya conocía bastante bien, y esas piernas largas caminar un paso tras otro luciendo un color rojo realmente perfecto.
— ¿Gustas que te lleve? – se inclinó al asiento del copiloto abriendo la ventana, estirándose para llegar a la misma
— ¡Oh, James! Pero si ya casi llegamos
— Anda, es temprano aún…podemos ir por un café
— De acuerdo
Sonrió despacio y sin más le abrió la puerta sacando el seguro, ella subió acomodando todas las cosas que cargaba y lo miró, estaba indecisa de si darle un beso en la mejilla o mejor esperarse a que pasara más tiempo y tener la confianza y valor suficiente de hacerlo.
Él olía bastante bien, Natalia no podía ocultar su agrado al aroma de su perfume, sonriendo al cerrar sus ojos y oler, como si tuviera enfrente un delicioso pastel de chocolate recién salido del horno.
— ¿Cómo pasaste tu noche? – la sacó del trance, volviendo a la realidad
— Bastante bien, amo cuando llueve en la noche – se colocó el cinturón de seguridad
— Yo no escuché nada – rió al manejar rumbo al café
— ¿Es en serio? Pero si hasta cayeron truenos y esas cosas que asustan
— Bueno…no los escuché – rió suave…lo que ocasionó en Natalia un revoltijo en el estómago
— Tienes el sueño pesado