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TW// Advertencia de leve gore, sangre y muerte.

Los chicos detrás de él, se habían puesto de pie rápidamente, blandiendo sus armas hacia el demonio, protegían la espalda del joven líder. Quien no se había inmutado.

— ¡No hay necesidad de ponerse agresivos, animalitos! — el demonio soltó una carcajada — ¿Por qué no tomamos una taza de té y charlamos un poco? — no entendían aquel poder, simplemente sillas aparecieron debajo de ellos, que los obligó a sentarse y acomodarse en una mesa llena de aperitivos en lo que parecía un lujoso restaurante. ¿Qué era lo que quería? — ¿No tienen hambre? —.

La mirada enojada de los chicos no tenía intenciones de desaparecer pronto, sus ojos brillaban de furia.

— ¿No les agrada mi presencia? — hizo una mueca, simulando tristeza en su rostro — ¡Tengo una idea! —.

Samuel contuvo la respiración al verlo transformarse en su amado esposo. Era sin duda una copia perfecta de él. Pero no era él. No era Rubén.

— Lo sé, Rubius y yo nos parecemos muchísimo, hasta tengo sus ojos — parpadeo varias veces. Un verde esmeralda que brillaban ante la luz de las velas. Pero no poseían aquel brillo natural, aquel brillo propio, aquel brillo único que el híbrido de oso poseía.

— Yo también los tengo verdes ¿Eso también me hace tener sus ojos entonces? — respondió Willy burlesco, no dejaría que un charlatan se burlara de esa forma de su hermano oscuro.

— Por supuesto que no, tontito — Samael reía demasiado, inclusive más que Fargan, pero era una risa para nada agradable — Yo literalmente tengo sus ojos — ¿De que se trataba todo eso?

De un chasquido, el lugar, la mesa, la comida, todo desapareció, Samael había regresado a su forma y sonrió levemente, moviéndose a un lado, dejando ver la figura de una persona detrás de él...

— ¡Rubén! — Vegetta grito por instinto. El mayor sabía que no debia bajar la guardia, sabía que era peligroso, pero también sabía que aquel grito le había nacido desde la garganta, casi como si de un gruñido de un lobo de tratara. Samael sonrió.

El mencionado permanecía en el suelo, estaba sentado mirando hacia abajo, sus brazos se apoyaban en la nieve y temblaban levemente. Estaba completamente pálido y sollozaba. Lo
que más captó la atención de todos los híbridos eran las gotas de sangre que caían por su rostro.

El lobo corrió hacia él.

Pero se detuvo cuando su pareja levantó la mirada.

Las cuencas de sus ojos estaban vacías. No tenía aquellos orbes esmeraldas que tanto le fascinaban y de ahí salía la sangre. Sus manos se dirigieron a su rostro, estaba a unos centímetros de tocarlo, entonces murmuró — Vege... — se alejó.

¿Como sabía que era el que se había acercado sino tenía sus ojos?

— ¡Eh! ¡Eh! — Le llamó Samael — ¡Sin tocar! — se interpuso entre ambos, Vegetta se levantó mirándole de forma retadora. Creía entender a que estaba jugando el demonio.— ¡No puedes tocar mi trofeo! —

— Estas mintiendo — murmuró, Samael le miró, podía ver la confusión en su mirada. Vegetta sonrió.

— ¿De qué estás hablando, amigo? — Samuel pudo olfatear los nervios que comenzaban a invadir al demonio.

— Ese es no es mi esposo — Samael trago saliva — Si realmente es tu trofeo, no lo expondrías a nosotros, él sigue en ese huevo, ¿cierto? —.

— Yo... — tragó saliva — ¿Cómo no puedes reconocer a tu pareja? ¡Está delante tuya literalmente! — aquello ya no parecía divertirle.

Antes de que Vegetta pudiera responder, un grito detrás suyo lo alertó. No tardo en reaccionar a la voz de Fargan.

— ¡Agua bendita! — había volado hacia ellos lanzando una botella abierta de aquel líquido que había robado de la iglesia, Samael se interpuso entre el agua y Rubén. ¿Por qué?

— ¡Es no funciona conmigo, búho tontito! — regañó, observándole volar de regreso hacia el equipo de héroes — ¡Arruinaste mi peinado! — suspiró furioso — Supongo que ya no tengo nada que hacer aquí —.

Le dio la espalda a Samuel y el sonido de huesos rompiéndose resonaron.

Samael desapareció y con él, la luz del día, su único rastro era el cuerpo de aquel Rubén en el piso. Le había roto el cuello.

— ¿Cómo estas tan seguro de que ese no es Rubius? — La voz de Alex era diminuta, se escondía detrás de Luzu, tenia miedo de ver aquel cuerpo.

— ¿Pueden pasarme una botella de agua?  Por favor— preguntó Vegetta sin dejar de mirar el cuerpo. Quería probar algo.

— Ya no queda agua bendita, Fargan la confundió con agua normal y se la tomó. En eso se fue la última — señaló Auron la botella vacía no tan lejos de ellos.

— Da igual, solo necesito una botella de agua normal — agradeció cuando Mangel le pasó una.

Sin dudarlo, la destapó, tragó saliva y la arrojó sobre el cuerpo.

Suspiro aliviado al ver como el cadaver se convertía en polvos grises, era una ilusión. Tal como todo lo que habían visto.

— Rubén sigue en ese huevo de hielo, solo nos quiere hacer caer en su juego para hacernos perder tiempo. — Vegetta se puso de pie para mirar a sus compañeros — Necesitamos encontrar la espada, la ilusiones de Samael no son a prueba de agua y es la única forma de protegernos de sus hechizos — se mantenía pensativo.

— ¿Cómo sabes que esa espada nos ayudará? — pregunto Luzu llamando la atención— La única espada con habilidades de agua que conocemos era la de...— silencio. El gato montes se percató de la relación — No me digas que es la misma espada —.

— La espada que resguarda el dragón es la espada de las mil y un cascadas —.

Alex palideció y se acercó a Vegetta negando con su cabeza lentamente. Aquella espada... Era imposible, ¿verdad?

— Tienes que estar bromeando — El águila sentía que se podía desmayar, se dejó caer a la nieve, su cabeza daba vueltas. ¿Acaso era posible? — Los restos de su mochila estaban en el oeste...— soltó un leve sollozo — ¡¿Cómo es posible que su espada esté ahora acá?! —

— Solo hay dos explicaciones a eso — respondió Vegetta, agachándose delante del menor, su mano se dirigió a su hombro, Alex lo rechazó y saltó hacia él, el montón de recuerdos nublaban su cabeza y buscaba confort. — Alguien pudo robarla y traerla al norte o...— suspiró, sabía el poder que tendrían las siguientes palabras sobre el pequeño — Staxx fue el que la dejó ahi —.

Abrazo con más fuerza al menor cuando lo sintió temblar al escuchar el nombre de aquel chico.

Recuerda los desesperados que se sentían cuando habían pasado tres dias y el moreno no daba rastros de vida. Se había marchado a una misión, los rastros de ropa y su mochila destruida fue todo lo que encontraron aquella vez.

— ¿Es significa que..? —

Staxx se había ido. Staxx había muerto. O eso era lo que quisieron creer.

— Él está vivo y puede que esté aquí en el norte —.

Alma De OsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora