CAPITULO 4

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Sonó el timbre y comencé a guardar mis útiles de pintura. No sabía que hoy tenía Visuales pero me las arregle sacando uno que otro material "prestado".

Me habré ido de Argentina, pero Argentina no se fue de mí. Reí por mis lápices nuevitos.

A pesar de tener un comienzo raro en mi conversación con Tayler, nos desenvolvimos bien. El chico era bueno, aunque extremadamente coqueto y lograba ponerme nerviosa.

–¡Hola! –Me sobresalte por el repentino saludo y tiré unos lápices al piso.

La puta que me parió.

–Mm...Lo siento. –Los agarré y me sorprendí al ver a la chica de cabello de erizo.

Sonreí por lo bonita que era. Ella tenía los mismos ojos de color que Rosalie. Aunque su pelo era raro, le daba estilo, era más baja que yo y tenía una cara delicada.

Bonita, casi rozando a lo dulce.

–No te preocupes. –Estiré mi mano en un saludo –.Hola, un gust-

Recibió mi mano y la agitó. Todo mientras me interrumpía. –¡El gusto es mío! Soy Alice Cullen –Mostró sus dientes en una larga sonrisa y dío pequeños saltitos sobre su lugar –. ¡Estoy tan feliz de conocerte, te hiciste esperar!

Ignoré lo último. Que rara es. Y eso que yo tuve una época de fan girl por Ayato Sakamaki.

–Al parecer, ser nuevo en el pueblo te vuelve famoso.

Trate de reír de forma serena, intentando que no se note mí incomodidad ya que ella seguía agarrando mí mano. Se dió cuenta, sonrió algo apenada y recién me soltó.

–¿Tienes con quien sentarte? Supongo que no... –Alzó las manos y empezó a agitarlas –. Digo me refiero a que eres nueva y-

La interrumpí antes de que entrara en crisis. –En realidad, planeo ir a almorzar con mí hermano. El también es nuevo. –Se vió un poco decepcionada.

–Oh...quería invitarte a comer conmigo y mis hermanos –dijo tan bajo que apenas pude oírla. Su mirada se iluminó de repente –. ¡Pueden venir tú y tu hermano a comer!

–Alice...Déjala.

Me agarré instintivamente mi pecho, tratando que el alma me regresará al cuerpo. Por Jesús y todo lo santo.

–Pero Rose...

–No hagas ningun puchero. Déjala.

–Emmett me apoyaría en mi decisión. –La más baja se cruzó de brazos.

[ EVIDENTE ] - CARLISLE Y ESME CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora