Capítulo 8: amigos verdaderos pt. 2

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Lucía largó todas las lágrimas que retenía, y lloró amargamente en los brazos de su amiga, que le sobaba la espalda tranquilizadoramente

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Lucía largó todas las lágrimas que retenía, y lloró amargamente en los brazos de su amiga, que le sobaba la espalda tranquilizadoramente.

-Doctor digame que no es cierto, digame que mi hijo está bien, por favor, digame que no perdió la memoria. Digame que aún me recuerda por favor -gritaba y lloraba Lucía, casi zamarreándo al doctor para que le diga la verdad, mientras Alice trataba de retenerla.

-No, no, mi hijo no, por favor -lloraba.

-Lo siento mucho... -el doctor se alejó del lugar, entrando a la habitación. Con eso, Lucía pudo comprobar que lo aue el doctor le había dicho... era cierto. Su pequeño hijo de 5 años, había perdido la memoria. Lo que no sabía, y debía descubrir, es si era temporalmente o de por vida.

Destrozada, se desplomó en el suelo, y Alice a su lado, tratando de tranquilizarla.

Mariano, Helena y Bia, al verlas tiradas en el suelo, Lucía llorando y Alice tratando de tratando de tranquilizarla, se acercaron y agacharon a su lado, haciendo lo mismo que Alice. Tranquilizarla, diciéndole que todo estaría bien y que seguramente es temporal y no de por vida. Ella, solo los escuchaba, agarránndose el pecho, el cuál le quemaba dolorosamente.

-Lucía debes tranquilizarte. Ven, vamos a sentarnos -Alice la ayida a levantarse y la guía hacía las sillas, sentándola en una y ella a su lado -. Todo estará bien, tranquila, la recuperará. Te traeré un vaso de agua -Alice, se levantó y fue por el vaso, para luego dárselo y, atralléndola hacía su pecho, sobarle el hombro.

Lucía, agarró el vaso y tomó un sorbo -. Es que no puede ser cierto Alice, mi hijo no puede perder la memoria. No puede -susurraba ella.

-Lo sé, lo sé -Alice le acarició el cabello, tratando de aguantar las lágrimas. Verla tan mal le dolía. Le había tomado mucho cariño a Manuel, desde que se enteró de lo de Antonio, lo había considerado un hijo. Además, la consolaba, no solo porque era su amiga, sino también porque sabía que Lucía haría lo mismo por ella.

Mariano y Helena se acercaron, a excepción de Bia que, aprovechando que estaban distraidos, giró hacía la puerta de la sala en donde se encontraba y, al ver al doctor que lo examinó parado en frente, sin dudarlo ni un segundo, se le acercó y, como este era más alto, levantó su cabeza, y le tiró de la manga, queriendo llamar su atención, lográndolo enseguida.

El doctor, sintiéndolo, bajó la cabeza, encontrándose con Bia, prendida de su manga, intentando llamar su atención -. Hola pequeña -dijo -. ¿Necesitas algo? -preguntó y la menor asintió.

-¿Me dejaría pasar a verlo por favor? -preguntó la menor, refiriéndose a Manuel,  que aún estaba internado allí recuperándose.

-Si, claro, pasa -el doctor se hizo a un lado, dejándole el paso.

-Gracias -la niña ingresó en la habitación, cerrando la puerta detrás de sí.

Lentamente, sin hacer ruido y sin quitarle la vista de encima, se acercó a la camilla y, parándose a su lado, se dedicó a inspeccionar su pálido rostro, sus ojos cerrados, y sus labios carnosos algo abiertos. Su pecho subía y bajaba al respirar, y sus brazos estaban caídos a sus costados. Una lágrima rodó por su mejilla. Le parecía tan tierno y vulnerable, que no entendía como podían ser capaces de hacerle tanto daño . Sobre todo su padre. Ese hombre no sabía de amor. En verdad... lo necesitaba. Se notaba que le hacía falta. Tal vez, si ella descubría porqué carecía de amor, pueda ayudarlo. Aunque le de miedo, tenía que intentarlo. Debía descubrir porqué Antonio lo maltrataba tanto y sin cansarse. A él, y a su madre.

«Todos tienen una razón, para ser como son»

Recordó una frase que siempre le decía su hermana, cada vez que sus compañeros la molestaban en la escuela. Le decía que, las personas, durante su infancia, pasan por situaciones traumáticas. Entonces, se descargan con otras para liberar dolor. Apostaba que él, en su infancia, también había sufrido algún tipo de maltrato, que no pudo quitarse de la cabeza y, por eso, maltrataba tanto a su hijo y esposa.

De repente, Manuel abrió los ojos y, ladeando la cabeza, la miró, esbozando una pequeña sonrisa. Ella le correspondió, también sonriendo.

-¿Me reconoces? -preguntó, con la esperanza de que no la haya olvidado. Esperaba que no pues, el efecto de la amnesia debía ser muy fuerte.

Él asintió -. Si, eres mi vecina, la chica que se mudó al lado de mi casa, a la cuál le confié lo de mi... -calló de repente, no sabiendo como decírlo -. Padre ¿y tú? -ahora fue ella la que asintió sonriendo.

Ella rió -. Claro que sí, como voy a olvidar al chico que, sin ningún problema, me confió lo de su padre, como solo se lo haría a un verdadero amigo -Manuel sonrió. Amigo... ella había dicho amigo y, esa palabra le encantaba. Un amigo es justo lo que necesitaba. Y más ahora, en este momento difícil.

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Solo voy a decir: uff, son amigos de verdad ahora, y Bia quiere descubrir el pasado de Antonio😱 lo logrará? Ya veremos

Disfrútenlo❤

Los amo😚

Att: una loca fanDe binuel ❤

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