I. Amor unilateral.

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La primera mañana de primavera el sol brillaba radiante en la alcoba del durmiente omega, que al sentir molestia en sus ojos por la luz despertó de su plácido sueño, observando su alrededor con decepción al notar que todo lo que había soñado no era real. Puso sus pies en el suelo y luego de colocarse sus pantuflas blancas de conejito, las cuales eran muy peludas, se levantó, dispuesto a ir al baño para darse una ducha y tal vez olvidarse de su propia tristeza.

Mientras el agua recorría su cuerpo desnudo de pies a cabeza, con sus manos se ocupaba de lavarse muy bien, imaginando que aquellas caricias eran brindadas por las manos de su amado, vivía encerrado en un amor no correspondido que le hacía cada vez más mal. Al salir del baño se secó bien con una toalla tan blanca como sus pantuflas de conejo, peinó sus húmedos cabellos castaños y buscó algo de ropa; salió ya vestido a la cocina y allí se dedicó a preparar un rico desayuno, el cual apenas probó, ya que lo demás lo metió en un lunch y salió de la casa, con aquello en las manos, aspiró el aire fresco de las flores a su lado e inició su andar calmado hacia una dirección en especial.

Vestía unos pantalones Jeans, una camisa blanca y un suéter negro sobre ella, se detuvo al pasar frente a una tienda y ver algo que llamó su atención, esbozó una pequeña sonrisa y se adentró a la misma para comprar un par de lentes y continuar su camino posteriormente.

Continuó caminando hasta llegar a una casa no muy grande, de colores claros; se acercó a la puerta y alzó su mano para presionar el botón que haría sonar el timbre, volvió a bajarla y tranquilamente esperó hasta que la puerta se abrió, dejando ver...

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Continuó caminando hasta llegar a una casa no muy grande, de colores claros; se acercó a la puerta y alzó su mano para presionar el botón que haría sonar el timbre, volvió a bajarla y tranquilamente esperó hasta que la puerta se abrió, dejando ver a un hombre alto, bien parecido, que le sonrió amablemente para dejarlo pasar. 

— ¿Por qué llegaste tan temprano –preguntó-

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— ¿Por qué llegaste tan temprano –preguntó-

— Quedamos en que desayunaríamos juntos ¿No? –dijo Jimin, alzando la bolsa con el lunch- preparé algo rico.

— No tenías que hacerlo, eres demasiado amable conmigo.

— Eres mi mejor amigo... y el único en realidad. –le entregó las bolsas- yo te quiero, así que vamos a comer.

— Está bien, está bien.

Namjoon tomó la bolsa y fue hasta la cocina, mientras Jimin tomaba asiento en el sillón, esperando. El mayor sacó la comida de las bolsas y la separó, sabía que Jimin comía poco, así que le sirvió en un lunch más pequeño y así volvió con él, sentándose a su lado y dejando sobre la mesita de la sala, la comida.

Víctima del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora