VII. Aprender a ser humano.

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No le costó mucho tiempo a Ji Min volver a caminar, en menos de un dos por tres ya podía andar por la casa, aunque su madrastra no gustaba de su cercanía por su mugriento aspecto, al cual era tiempo de ponerle fin. Su padre, decidido a acabar con la suciedad del omega llenó la tina de agua y una bomba de baño, sin haber dicho nada al chico.

Ya antes Ji Min había intentado tomar un baño, pero en la ducha o en la tina para él era igual, ver el agua caer de la regadera o estancada en la bañera le llenaba de un terror que no podía controlar, aunque sabía que tenía que bañarse, ya que incluso a él le desagradaban sus olores. Justo cuando su padre entró a la habitación sin previo aviso, él se encontraba quitándose la ropa para cambiarse, así que se le haría más fácil al mayor; éste se acercó a Ji Min y tomó sus manos con cuidado.

- Jimin, pequeño... -dijo Seo Joon.- si te pido algo lo haces ¿verdad?

El menor volteó a mirarlo con algo de confusión por sus palabras y asintió con su cabeza, aunque no quería imaginar a dónde lo llevaría eso.

- Necesito que tomes un baño. Por favor, dale la oportunidad, verás que no es tan malo... yo te ayudaré ¿sí?

Había insistido todo este tiempo en lo mismo, Ji Min lo miró dudando por primera vez y soltando un suspiro asintió con su cabeza, aceptando por fin tomar un baño; se quedó en ropa interior y su padre lo tomó en brazos como a un pequeño, llevándolo hasta la tina, Ji Min desvió su mirada hacia ella, veía el agua llena de espuma, intentó contenerse, pero otra vez el miedo lo invadió y trató de bajarse de los brazos de su padre.

- No, no quiero, no quiero. –repetía el omega.- ¡suéltame! ¡no quiero!

Seo Joon se quejó por los movimientos del menor, pero no iba a soltarlo, se inclinó para dejarlo en el agua, llevándose múltiples rasguños en el proceso, las largas uñas de Ji Min se clavaban en su piel haciendo cortes profundos que comenzaron a sangrar en un instante, pero todo se detuvo cuando estuvo por completo dentro del agua; el suelo estaba lleno de salpicaduras de agua por las pataletas del menor, al menos hasta que vio sus propias uñas ensangrentadas y se dio cuenta de lo que había hecho, llevó su mirada con miedo al rostro de su padre, el cual se veía adolorido por los rasguños, lo cual hizo que un sentimiento de culpa inundara a Ji Min, olvidándose por completo de que estaba metido en la tina llena de agua.

- Papá... -susurró avergonzado.-

- No digas nada.

No se quejó, ni hizo ningún comentario al respecto mientras se encargaba de lavar bien el cuerpo de Ji Min como si de un pequeño niño se tratase, pero podía verse en su rostro el dolor y el enojo, sentía las gotas de sangre correr por las heridas que ardían y quemaban, pero no se fue hasta haber bañado bien a Ji Min, quitando todo rastro de suciedad de su cuerpo. Luego de depositarlo sobre la cama, con una bata cubriendo su cuerpo desnudo y mojado, se dispuso a abandonar la habitación, pero Ji Min se levantó de la cama y fue hasta él, abrazándolo con algo de fuerza, pegando su mejilla a su espalda mientras lloraba.

- Perdóname, papá... perdóname. –susurró entre llanto.- no era mi intención lastimarte... perdón... perdón... yo te curaré ¿sí? Pero por favor perdóname.

- No sigas, Jimin. –susurró Seo Joon.- sé que no es tu culpa.

- Lo dices, pero tu mirada no me dice lo mismo. –dijo el menor.- perdóname, yo nunca te haría daño.

- Lo sé.

Se dio vuelta y tomó con cuidado el rostro de su hijo entre sus manos, dejando un suave beso sobre su frente; ese día Ji Min no se cansó de pedirle perdón mientras le ayudaba a curar sus heridas, desde entonces se dejó cortar las uñas y fue perdiendo el miedo al agua, tomaba un baño diariamente y aquello no volvió a suceder.

Víctima del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora