Capítulo 9

227 127 699
                                    

Anónimo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Anónimo.

–Ella me juró venganza, iba a delatarme; por ello la maté.

–No tenías derecho.

–No hay vuelta atrás, D.

–¿Y ahora qué?.

–Debemos hacer lo mismo con él.

Parker.

Avancé hacia el salón con rapidez, después de las palabras de Byron le escribí a Olly, preguntando si era cierto que estaba en Reverns.

Y ella dijo que sí; logrando mejorar mi humor pero no por mucho tiempo. Hoy tenía clases con Cravel y no podía verla, así que preferimos salir el fin de semana fuera de la universidad.

Lamentablmente Olly solo venía de visita a Madrid, pero al menos la vería una vez más.

–¡Espera Park!–gritó Byron corriendo tras de mí–. Vas muy rápido, ¿acaso tienes un cohete en el...?

Le dediqué una mirada severa al tiempo que rodaba los ojos.

–Ni te atrevas a decirlo. Solo voy tarde–interrumpí.

–¡Ni siquiera ha iniciado la clase!–Byron acomodó sus lentes incrédulo.

–Haz silencio o tendré que callarte.

Me apresuré en caminar al salón estresado, no imaginaba lo incómodo que sería verle la cara a Cravel después de todo lo que he escuchado; desde la conversación en la oficina con Masson, hasta el encuentro de Alexander y ella.

Pero, ¿qué le hizo ella Alexander?, ¿por qué él ya no es de Reverns?.

Y el reloj que la asociación me despojó y recuperaría...¿realmente era de Haston?.

Al dar un paso más, escuché mi nombre en la voz de alguien más. Entorné los ojos cansado y con un solo deseo: terminar lo más pronto posible la clase con Cravel.

Cabreado, giré encarando a la persona, y antes de poder detallarlo por completo o si quiera ver quién era, desahogué un poco de mi rabia con «simples» palabras:

–¡¿Y ahora qué quieres?!–grité colérico.

Alcancé a sentir como cada fibra de mi rostro se movía con horror. No había sido cualquier persona, se trataba de Masson, y parecía molesto.

¿Estaba jodido?, claro que sí.

–Watson–frunció el seño, confundido ante mi actitud–. Esa no es la manera de dirigirte hacia mi; tú director.

Me juzgué a mi mismo por ser tan impulsivo, sabía que esto traería problemas tarde o temprano; y así fue.

–Park, debo irme–Byron me hizo un ademán de disculpas y tras mi gesto «relajado» (cuando en realidad estaba por sufrir un colpaso mental), se dirigió al salón como todos los demas.

Reverns © *ACTUALIZACIONES LENTAS*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora