Parte 1.

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Eran las dos de la tarde de un soleado sábado. Y un grupo de chicos de la clase 2-A se encontraba en la sala común de sus dormitorios esperando a un rubio cenizo que faltaba por aparecer.

— ¿Alguno de ustedes ha visto a Bakugō? — Preguntó un pelirrojo algo preocupado por la impuntualidad de su amigo.Katsuki no es de esos que llegan tarde.

— Iré a buscarlo. — Respondió simplemente Kaminari, mientras se levantaba y caminaba al ascensor.

Iba con calma, solo necesitaba tocar la puerta para saber si su amigo se encontraba ahí dentro o no.

Un toque, dos toques, tres toques y nadie respondió, resignado pensó en irse pero la curiosidad le ganó, solo era un recorrido rápido.

¿No le haría daño a nadie? ¿Verdad?

Ingresó con tranquilidad y observó, paredes lisas blancas con algún que otro póster de All Might, un librero, un escritorio, una cama con sábanas rojas y almohadas grises, nada fuera de lugar, todo perfectamente ordenado.

El chico eléctrico se quedó ahí parado en medio del cuarto, preguntándose qué clase de cosas esperaba encontrar ahí.

Era Bakugō Katsuki un chico de 16 años al que le gustaba tener privacidad, no había nada extraño en eso.

— ¿Qué es eso? — Se dijo en voz alta al notar un pequeño desorden en la parte baja de las estanterías del librero.

Se acercó un poco, aun sin tocar nada.

Y lo notó, eran un montón de envases, algunas vendas y unas cuantas jeringas. A su lado también habían unos papeles, a simple vista parecían una prescripción médica y las instrucciones de uso.

Se asustó. ¿Su amigo estaba enfermo y no se lo había dicho? Decidido, sacó su teléfono y tomó una rápida fotografía, salió del lugar, dejando todo exactamente igual a como cuando entró.

Trato de mantenerse relajado, pero la idea de que Katsuki se encontrará consumiendo tantos ¿medicamentos? Lo alteraba.

Sabía que no podía preguntarle directamente, así que prefirió ir por la segunda opción.
Kirishima. Era su mejor amigo, tal vez él sabría algo al respecto.

Bajó corriendo por las escaleras, no había tiempo para esperar el ascensor.
Casi se cae mientras descendía pero no se preocupó mucho por eso.

— ¡Kirishima!— Llamó algo agitado por la carrera, el nombrado se acercó a él.

El rubio notó algo aliviado que Bakugō todavía no había llegado.— Necesito preguntarte algo.

Algo confuso Kirishima le respondió que prosiguiera. Denki sacó su celular y le mostró lo que encontró. — ¿Sabes algo sobre esto? — Vió cómo el muchacho se quedaba en silencio por un momento, aparecer tratando de entender qué era lo que observaba.

— No tengo idea. ¿Dónde lo viste? — Dijo simplemente, encogiéndose de hombros.

— En el cuarto de Bakugō. — Comentó.

En ese momento Mina y Sero, que se habían mantenido al margen, entraron a la conversación.
— ¡Te metiste a su habitación! — Reclamaron simultáneamente.

— ¡Me gano la curiosidad!

— ¿Se dan cuenta que esas son un montón de cosas?
Se quedaron en silencio.

El chico de las cintas observaba el celular, tratando de descifrar que eran todos esos envases y demás. — Chicos, esto, esas pastillas. Son hormonas. Testosterona para ser preciso.

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