B R A V E

Parte 3.

Miércoles.

— ¡Ey linda, a la próxima te recomiendo usar el uniforme que es, queremos apreciar tus curvas! — Gritó alguien cuando entró a la cafetería.

— ¡Imbecil, a la próxima te recomiendo cerrar la boca o tu almuerzo serán tus huevos! — Gritó de regreso Bakugō.

— Bien ahí Baku. — Musitó Momo.

Se sentaron en una mesa algo aparte, y disfrutaron su almuerzo, parecían a simple vista un grupo de chicos inmaduros que se ríen de cualquier estupidez. Y era más o menos lo que hacían, aunque era con un fin. Distraer a Katsuki de las miradas y susurros no tan discretos que le dedicaba la gente.

— Bien, bien, ya estuvo bueno. — Dijo Katsuki. — Iré al baño, no tardo.

— Voy contigo. — Dijó su novio.

— No. Se tus intenciones Deku, y no, no necesito un guardaespaldas.

— Pero. — Reprochó.

— Ya vuelvo. —Se levantó de su silla y salió de la cafetería, solo serian unis minutos a solas, nada grave.

Caminó con calma, pero con el ceño fruncido que lo caracteriza, tratando de dar el mensaje "di lo que quieras, soy mejor que eso". Algunos solo ignoraban su presencia, otros se querían hacer los intimidantes.

No pensaba ceder tan fácil.

— Hey, ¡Bakugō!— llamo una voz a su espalda, cuando llego a las puertas de los baños.
Volteó a ver de quien se trataba, era Hatsume la chica de la clase H.

— ¿Que quieres extra?

— Yo nada, pero ellas, — apunto detrás de el. — Quieren tener una linda charla contigo.
Sintió unas manos tomarlo y meterle detrás de una de las puertas.

El baño de chicas.

Cayó al suelo con fuerza debido al jalón que le dieron. Se enojo, ¿Quien coño se creían?

— Ey Katsumi, no te vallas a equivocar de baño.— Una de las tres chicas presentes, aprovechando que Katsuki seguía en el suelo, le dio una puntapié en el costado.

— Ey, déjenme en paz.

— No quiero.

Antes de que se pudiera levantar, otra de ellas realizo el mismo golpe sobre su pecho con mucha más fuerza, sacándole el aire de los pulmones y dejándolo relativamente débil.

— Mírenla, quien pensaría que él gran Katsuki Bakugō, en realidad sería una nena asustada y débil.

— Débil estarás tú cuando acabe con- — Otro golpe fuerte esta vez en el rostro, fue lo que lo dejó quieto.

— Agarrenla. — Las otras dos lo hicieron, tomándolo de los hombros y arrastrándolo a uno de los cubículos.

— Espero tengas sed linda. — Le tomó del cabello y lo metió en el inodoro , con fuerza, no podía zafarse.
Así duro unos segundos que le parecieron eternos.

La primera bocanada de aire se sintió como gloria.

Intentó soltar una explosión pero le fue imposible concentrarse, su cabeza había sido enterrada en el inodoro de nuevo.

Escuchaba las risas de las tres chicas, también el brillar de una cámara, quería llorar, estaba llorando.

Su cabello fue halado de nuevo. Esta vez lo arrastraron fuera, y le tiraron al suelo, se golpeó fuerte la cabeza, su vista se perdió en un momento.