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Capitulo 12: Un huracán llamado Victoria

Stefan.

Decir que todo es una mierda, es poco. Sabía que al terminar con Sara las cosas serían difíciles, me tomó meses olvidarme de ella; noches tras noche, lloraba mientras su rostro no salía de mi cabeza. Ahora, cuando por fin estoy empezando a olvidarla, aparece de repente diciendo que voy a ser padre.

Voy a ser padre...

«¡Joder, voy a ser padre!»

Mi cabeza no puede formular un pensamiento coherente, no pude cuidar de mí mismo en veinticinco años. ¿Cómo se supone que cuide a otra persona? Aún vivo con mis padres, estoy a unos años de acabar mi carrera y estoy muy seguro de que hasta el agua hervida se me quema.

¿Cuándo viene la parte en que la vida te da esas pequeñas lecciones que te sirven para el futuro? No sé nada sobre bebés. Siendo hijo único, los únicos bebés que vi fueron en la calle o en una que otra reunión familiar. Son tiernos, hasta podría decir que son bonitos, pero ¿encargarme de uno? Ni siquiera puedo sostenerlos porque me da pánico que se retuerzan y terminen en el piso.  

Felicidades, querida escuela secundaria, le cambiaré los pañales a mi hijo con la incógnita de X mientras le preparo su biberón con SEN; COS y TAN.

«No entres en pánico, te ayudaré en lo que necesites» dijo mamá.

«Estarás bien, lo harás excelente» dijo papá.

«¿Qué parte de "sin sombrero no hay vaquero" no entendiste?» dijo Santiago. 

Todos tenían una opinión, yo solo quería enterrar mi cabeza diez metros bajo tierra. 

Muy en el fondo, el pánico se convertía en felicidad. En un par de meses tendré un «mini yo», es emocionante y aterrador en partes iguales. Por suerte, Sara y yo llegamos a un acuerdo. Ambos lo criaremos sin tener que volver a estar juntos, los dos estamos bien por separado y preferimos que así se mantengan las cosas. Un niño con padres separados no es menos amado que uno con padres casados.

Camino arrastrando los pies, observando que debajo de las escaleras está limpio y reluciente. Intento tocar el mármol, pero el yeso en mi brazo me lo impide. Dos meses, solo dos meses más para poder quitármelo.

 —¿Ya me dirás cuándo lo haremos? —escucho. Es la voz de Santiago, reconozco su acento.— No me salgas otra vez con que no es mi asunto, sabes que no te dejaré sola en esto.

—Dame un par de días, ¿sí? Yo tampoco sé cómo lidiar con esto.

¿Green? ¿De qué están hablando? ¿Lidiar con qué?

—¡No tienes un par de días! La... cosa sigue creciendo, y te recuerdo que ahora, Sara está involucrada.

Él no dijo lo que creo que dijo. Estoy a punto de preguntarles, pero... 

Para qué negarlo, mi amor por el chisme es más fuerte.

—Mira, en verdad necesito un par de días. Créeme que no es fácil asumir algo como esto, no estoy lista aún. Solo quiero asegurarme que estoy tomando la decisión correcta.

—Green, te quiero, y es por eso que tengo que recordarte lo que podría pasar si no lo haces a tiempo. 

Escucho sus pasos, y me apresuro a irme. La curiosidad de saber cómo acabó la conversación me está torturando. ¿De qué cosa hablaban? ¿Qué está creciendo? 

Salgo al patio, respirando el delicioso aire fresco. Tomo asiento en el bello césped recién cortado. Mirando las flores de mi madre, una pregunta llega a mi cabeza: ¿Mi hijo se parecerá a mí? Espero que sí, porque no quiero que tenga mi dilema interno de saber a quién me parezco. 

Desastre arcoirisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora