Capítulo 7: Ebrio Encantador
Green.
Muchas veces discutí con mi madre por obligarme a aprender a cocinar, coser, limpiar y ordenar. Hoy se lo agradezco, si no fuera porque me tuvo muchos sábados despertando temprano jamás hubiera podido acostumbrarme a trabajar en la mansión Berrycloth.
Al fin pude dejar mi mala suerte de lado y hacer bien mi trabajo, aunque fue difícil pude aprender rápido. Lorenzo me enseñó varios secretos para facilitar el trabajo, Juls me pidió consejos de moda y ayudé a Santiago en la cocina. Descubrí que esta familia es un poco extraña, pero muy divertida. En la hora de almorzar todos nos sentamos en la mesa, al principio me sorprendió, pero el Señor Adrien me explicó que no hay diferencias entre empleados y jefes.
Me encuentro ayudando a Santiago a preparar galletas caseras, los Señores Berrycloth salieron y no volverán hasta mañana. Lorenzo tiene el día libre, así que solo quedamos Santiago, Stefan y yo. Aunque considerando que Stefan se la pasa encerrado en su cuarto, es como si no estuviera.
Terminamos las deliciosas galletas, preparamos un poco de jugo y vamos a sentarnos junto a la piscina. Juls dijo que si terminábamos de hacer nuestras tareas diarias podíamos hacer lo que queramos. Realmente no entiendo cómo pueden existir jefes tan geniales.
—¿Te gusta trabajar aquí? —pregunta el castaño, comenzando una conversación.
—Sí, la verdad es que no sé qué hubiera pasado conmigo si tú y tu abuelo no me encontraban.
—Tuviste suerte —dice, sonriendo con amabilidad.
—Lo único malo es el Príncipe Encantador.
Príncipe Encantador es el apodo que le puse a Stefan, al ser rubio y tener el cabello casi por los hombros lo hace quedar parecido al hijo del Hada Madrina en Shrek.
—Si te escucha llamarlo así, tendrás problemas.
—Él me llama Arcoiris, no veo nada de malo ponerle un apodo también —digo, encogiéndome de hombros.
Un par de golpes en la entrada nos hacen mirar hacia esa dirección. Un bulto moviéndose por todos lados nos alerta, el sonido de algo quebrándose hace que corramos para ver quién hace tanto desastre.
Un Stefan desorientado está de pie junto a un jarrón roto, su ropa está desarreglara. ¿En qué momento salió de la casa?
Santiago carraspea, haciendo que el rubio se gire. Sus ojos inyectados en sangre nos hacen saber lo obvio: está ebrio.
—¡Ssantiagis, amiguis! ¡Oh, una rima! —comienza a reír como un demente, mientras se apoya en la pared.
—¿Qué mierda te pasó, Berrynchitos? —le dice el castaño, logrando que lo mire confundida. ¿Dijo "Berrynchitos"?
—¡Apodoss! ¡Los deteesssto! Son un... ¡Hip! Asco, como mi vida ¡Hip!
—Ya, Borrachin, vamos a tu cuarto —digo, intentado ayudar a Santiago.
Ambos agarramos a Stefan por debajo de los hombros, intentando cargarlo. Subimos las escaleras, pero antes de llegar Stefan comienza a marearse.
—¡Ni se te ocurra... —no puedo terminar la oración porque el rubio ya se encuentra vomitando.
El asqueroso aroma hace que cubra mi nariz, Santiago hace una mueca de desagrado mientras me hace señas de que vayamos más rápido. Cuando logramos llegar a su cuarto, lo tiramos en la cama. ¿Quién diría que este idiota pesa tanto?
Le sacamos los zapatos, la camisa y los pantalones, pero aún así sigue apestando como si se hubiera bañado en basura. Tiro su ropa en la basura, no creo que vaya a extrañarla.
ESTÁS LEYENDO
Desastre arcoiris
أدب المراهقينGreen Harris lo tenía todo: dinero, un novio amoroso, un trabajo perfecto; pero su vida dará un giro inesperado que la llevará a terminar en la calle. Stefan Berrycloth era el hombre más feliz del mundo; con una familia perfecta y a punto de casars...