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Capítulo 4: Un arcoiris en casa

Stefan.

El agua fría cae por mi cuerpo, mientras dejo salir mis lágrimas. Luego de pensarlo bien, decidí que ya era hora de intentar superar el mal momento que Sara me hizo pasar. No la odio, tampoco la culpo, las personas no deberían condenar a aquellos que tienen la valentía de decidir por sí mismos sin importar a quien lastiman o qué dirán de ellas. 

Salgo de la bañera, tomo mi toalla y me envuelvo para secarme. Me afeito la pequeña barba que salió en mi rostro hace unos días. Mis ojeras son más notorias, pero eso cambiará. Me visto con unos pantalones cortos, una camiseta y mis zapatillas deportivas. Tomo mi celular, dispuesto a salir de casa. 

Abro la puerta de mi habitación, salgo caminando despacio mientras escucho murmullos en la cocina. Me encuentro a mi familia desayunando, al verme, todos se asombran.

«Exagerados, solo pasaron dos...tres... tal vez cuatro semanas. Ya no recuerdo»

 —¡Mi amor, que alegría verte! —mi madre corre para abrazarme. Me da miles de besos por toda la cara, mientras mi padre sonríe feliz desde lejos. 

  —Buenos días  —saludo a los demás.

 —Ya era hora, pensaba que se te pegó el culo al piso  —dice Santiago, con tono burlón.

Le muestro el dedo medio, gesto que mi madre no pasa por alto y me regaña. Salgo de casa, despidiéndome de todos, correr un poco me hará bien.

                
                〖❃ — ❃ — ❃ — ❃〗

Me detengo a descansar en el parque donde conocí a Sara. Algunas cosas están diferentes, pero los recuerdos siguen igual. El puesto de hot dog donde la conocí, ya no está. Los árboles se ven más coloridos, algunos lugares para sentarse están decorados con dibujos pintados. Me acerco lentamente a un puesto de accesorios. Una anciana se acerca a mí, ofreciendo mostrarme todo.

Mi atención va hacia un collar que tiene unas nubes grises con gotas de lluvia y un arcoiris saliendo de ellas. La anciana lo toma en sus manos y me lo acerca. 

—Es un collar de buena suerte —dice, acariciando el bello dije—. Los arcoiris siempre traen buena suerte, son bonitos y alegres. 

—Gracias, solo miraba.

Me alejo del pequeño puesto, pero su voz me detiene: —Tu tormenta parece eterna, ¿no es así muchacho?

Me giro para observarla, sus palabras me dieron escalofríos.

 —No todo son nubes grises, muchacho, tal vez tu arcoiris esté esperando por ti.

Compro el collar, solo para que la Señora deje de hablarme. Sus palabras me causaron un poco de miedo. 

Retomando mi camino, regreso a casa. 

             
               〖❃ — ❃ — ❃ — ❃〗

Maldigo internamente por haber olvidado mis llaves. Por suerte, la puerta trasera siempre está abierta. Entro sin hacer ruidos, intentando que nadie note que volví. Me sirvo un vaso de agua, para luego tomar una manzana. Saco el collar de mi bolsillo y lo observo, mi mente no deja de repetir las palabras de la anciana: 

"Tu tormenta parece eterna, ¿no es así muchacho?"

Sí, la tormenta vino para quedarse, y ningún arcoiris metafórico logrará hacer que pare de llover.   

—¡Mierda! —grito, al sentir un fuerte golpe en mi nuca.

Otro impacto contra mi cabeza me hace caer al piso, es ahí cuando noto a la chica detrás de mí. Alta, delgada, con nariz pequeña y... ¿cabello de arcoiris?

Desastre arcoirisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora