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Capítulo 3: Una esperanza

Green.

Nunca en mi insignificante vida volveré a hacer la pregunta: ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Al salir del apartamento del imbécil de Travis, lo primero que hice fue subir a un taxi. Logré encontrar un hotel barato en el cual dormí por tres noches, pero el dinero comenzó a agotarse y tuve que salir de ese lugar.

¿Qué es lo peor que podría pasar?
Lo peor que podría pasar es quedarte a dormir en las plazas para que el dinero alcance para comer al menos dos veces al día.

Mi ropa está sucia, mi cabello lleva días sin peinarse, lo que más deseo es un baño en el cual pueda ducharme. La gente pasa a mi lado y me arroja monedas, lo cual es humillante. De modelo principal a Vagabunda, podría vender mi historia a La Rosa de Guadalupe, tal vez así consiga dinero.

Me encuentro fuera de un supermercado, recostada en una húmeda pared. Mis lágrimas caen sin control al recordar lo buena que era mi vida antes de la infidelidad de Travis y antes de perder mi trabajo.

Siento pena de mi misma, no lograré sobrevivir mucho tiempo en esta situación. ¿Cómo lo logra la gente que vive así durante todo el año? O peor, durante toda su vida. Es algo admirable pero a la vez es triste.

—En mi vida conocí a muchos vagabundos, pero jamás a uno con un arcoiris en el cabello —dice una voz desconocida.

Levanto la mirada y observo a un anciano frente a mí. Trae un extraño traje formal, su cabello castaño tiene algunas canas, su sonrisa de amabilidad es cálida pero no deja de ser un extraño.

Ignoro sus palabras y miro hacia otro lado, esperando que se marche. El anciano, lejos de irse, continúa hablando:

—Es de mala educación no responder a tus mayores, pero te lo dejaré pasar por ser nuestro primer encuentro  —se sienta a mi lado, mientras me extiende su mano—. Lorenzo Muller, para servirte.

Sonrío sin poder evitarlo, mientras estrecho su mano.

—Lo sé, Lorenzo no es un nombre muy común que digamos. Adelante, puedes hacer chistes como "¡Pablo Lorenzo! ¿Qué haces con la criada?"

Una carcajada se me escapa, mientras suelto su mano: —Green, me llamo Green Harris.

—¿Green? —pregunta, mientras analiza mi nombre—. Vaya, ese sí es un nombre particular. Y dime, ¿qué hace alguien tan joven viviendo en la calle?

—La vida me dio una patada, y muy fuerte.

—¿Por qué no vas con tus padres?

—No viven aquí, tampoco tengo amigos a quienes pedirle ayuda.

—¿Y cómo fue que terminaste aquí?

—Disculpe, pero eso es algo que no responderé.

—¿Abuelo?

Un alto chico castaño se acerca a nosotros. Trae sus brazos ocupados con muchas bolsas, su cabello luce desordenado y su rostro está muy rojo por la fuerza de cargar tanto peso.

—Abuelo, te pedí que traigas el auto. ¡Estuve esperando en la caja y nunca apareciste! —se queja.

—¿No ves que estoy en una animada conversación? Santiago, ella es Green, mi nueva amiga. Green, él es mi nieto, lamentablemente no heredó mi belleza.

Saludo a Santiago con la cabeza mientras él me observa con aburrimiento. Se aleja, intentando sacar algo de su bolsillo, pero las bolsas se le caen logrando que Lorenzo comience a reír sin control.

Desastre arcoirisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora