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Ava Leicen Romanov
Las clases finalizaron y la sorpresa que Clara me tenía era que pasaría una temporada conmigo en el palacio, su padre la dejo quedarse ya que ella le insistió mucho y mi padre no le vio problema a ello.
al parecer la ingrata si me extraño, una sonrisa se forma en mi rostro por el hecho de que párese que le irritó, pero en realidad le hago falta.
—¿de qué te ríes?—dice mi amiga al notar mi sonrisa.
—de ti—digo con picardía y ella me fulmina con la mirada.
—¿ha, si? ¿Y, dime, cuantos bufones ves en mi rostro?—su tono es en fingida molestia.
—nooo, ni te imaginas, tienes un circo completo—digo sorprendida siguiéndole la corriente y ella se ríe si poder evitarlo.
—eres una tonta Ava—logra articular entre risas.
—no lo soy, solo es buen sentido del humor—no me molesta que me llame así, al contrario, cualquiera diría que nos tratamos feo, pero la realidad es que así es nuestra amistad.
para cualquiera, que ella me haya llamado así era algo súper descortés y de muy mala educación, pero a nosotros no nos importaba, cuando estábamos juntas podíamos ser nosotras mismas, sin escrúpulos ni modales, era un respiro para ambas y que pase un tiempo conmigo en el castillo era una alegría muy grande para mí y sé que para ella también, ya no me sentiré tan sola, al menos no en el tiempo que pasemos juntas.
Al llegar al castillo la dirigí a mi alcoba, Patriccío ya estaba al tanto de todo así que no era necesario avisarle. Cuando entramos la ayudé a acomodar sus cosas, como dije antes éramos bastante independientes y no le veíamos problema a acomodar nosotras mismas las cosas, al contrario, lo veíamos como algo divertido ya que no siempre nos dejaban hacerlo.
—¿Estás son todas las valijas amiga?—pregunte, por qué las maletas que veía eran muy pocas.
Ella soltó una carcajada—no, esto apenas es el cuarto de la mitad—se tapó la boca apenada pero lógicamente vi que no lo estaba.
Me río ante esa confección, ya decía yo que se avía rehabilitado de su adicción a las compras, a mi querida amiga le encanta la ropa y eso significa que vive comprando todo lo que ve en los almacenes, siempre anda a la moda, y no negare que buen gusto sí que tiene.
Finalizamos de acomodar eso que ella llamo "el cuarto de la mitad" (lo cual era una considerable cantidad de ropa) y estábamos cansadas así que decidimos bajar al comedor para almorzar y dejar que las criadas terminaran de acomodar el resto.
Cómo me había dicho el mayor domo antes mis padres no almorzarían con nosotras, así que la mesa del comedor estaba vacía.
Tomamos asiento y esperamos a que llegarán las criadas con nuestros platos, cuando por fin lo hicieron mi mejor amiga y yo nos dispusimos a comer, era una crema de verduras, arroz y una ensalada.
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fragmentos de mi
RandomEl bien y el mal: esas son los dos caminos en los que siempre se dividen nuestras vidas, son las bases de la humanidad, tu decides hacer el bien o el mal, pues bien ¿Que ocurre cuando nosotros no podemos decidir entre esas dos opciones? ¿Que pasa si...