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omnipresente22/08/1861
Bullicio.
Bullicio.
Bullicio.
Bullicio.
Era todo lo que se oía, palabras volaban aquí y allá juntándose y formando ruido sin sentido.
Un gran salón ornamentado ostentosamente.
Criadas, mayores domos, meseros, sirvientes aquí y allá, acomodando, sirviendo, atendiendo, acatando a cualquier inquietud de los presentes.
En el salón principal del castillo imperial ruso se servía un banquete en honor a la primogénita del rey Antonios Romanov tercero.
Infantes, archiduques, duques, marqueses, condes, vizcondes, barones, señores y otros nobles eran los principales en la sal, ellos junto con sus esposas e hijos, junto a ellos otros altos cleros y una que otra persona de familias acaudaladas.
Todos aquellos individuos allí para conmemorar el octavo año de la princesa legitima del reino superior, muchos venían de otras regiones, reinos y países solo para este evento.
En la voluminosa sala llena de gente extraña y poderosa, en una mesa larga con manteles blancos y dorados ubicada en el centro del salón se encontraba una pequeña de ocho años, sentada en una silla construida con oro y diamantes de la mejor calidad para ella, observaba todo con una sonrisa radiante, rígida en aquella silla tan incómoda, en silencio, viendo como todos conversaban, bailaban, bebían, comían y al parecer la pasaban bien.
Pero su sonrisa no era producto de que la estuviese pasando bien, o de un sentimiento, interno genuino, al contrario, esa sonrisa era como una máscara que estaba usando para ocultar el enfado e impotencia que sentía en aquel momento, esa fiesta era un claro ejemplo de la in asistencia de sus padres así ella y sus deseos.
***
Días anteriores había estado planeando su cumpleaños y en hojas de papel dibujaba cómo sería su ideal día, con tinteros de distintos colores y pluma en mano dibujo un extenso campo con todo tipo de animales (algunos que ni siquiera existían) conviviendo entre sí, en un árbol un león colgaba de su cola como un mico, una cebra tenia el cuello tan largo como una jirafa, los hipopótamos volaban y las aves nadaban, el cielo tenia nubes rosadas, un sol fusionado con la luna y ella se dibujó montada en un caballo de negro pelaje, en medio de aquel paraíso suyo se encontraba ella y toda su familia, incluida sus abuelos.
El origen de tan descabellado dibujo era el deseo infinito que Ava tenía por conocer África, el lugar donde nació su madre y el lugar donde vivían sus abuelos favoritos.
Pues la pequeña nunca había ido a tal lugar, pero si había escuchado mucho de el en las visitas de sus abuelos a Rusia, incluso su abuelo le regalo unas figuritas de animales talladas en madera, esos regalos junto con las historias contadas por ellos hacían que la imaginación volara, imaginando y creando eventos indescriptibles en su pequeña cabeza, quería ver todo eso con sus propios ojos y vio la oportunidad perfecta, y era que aprovecharía su cumpleaños para hacer tal viaje con su familia.
Mostro su dibujo a sus padres y les conto el plan que tenía para aquel día.
-no quiero ningún tipo de regalos, solo quiero visitar el palacio animal de los abuelos- decía eufórica mientras sostenía con sus dos manos el dibujo
Sus padres compartieron miradas y le sonrieron, ella tomo eso como un sí y dejo el dibujo en el escritorio antes de salir disparada a su cuarto, allí comenzó a como dar su maleta con anticipación sin poder esperar el día de su octavo cumpleaños.
***
Esa era la razón de aquella mascara, no podía demostrar lo que realmente sentía delante de todo ese mundo de personas, así que la mejor opción era fingir que estaba bien, pero su sueño había sido arrebatado por sus propios padres, sus protectores, los que le dieron la vida, y estaba condenada a estar en aquel lugar sonriendo y fingiendo delante de gente que no conocía, lo peor de todo era que ni sus abuelos pudieron asistir y eso sumaba.
Sus padres por otro lado estaban muy felices presumiendo su poder y dinero, puesto que una monarquía demuestra todas sus riquezas en fiestas, entre más días dure y más grande sea, de mucho más prestigio es el reinado y por ende su rey.
El ambiente era festivo, los individuos la pasaban de maravilla y aquella niña ya estaba llegando al límite, se levantó de su asiento y comenzó a caminar a paso rápido hacia la puerta más cercana que la sacara de aquel salón de pesadillas.
Ya estando lejos de todo ser viviente corrió hacia su habitación, se tropezó con un escalón y callo, la adrenalina corría por todo su cuerpo así que no le prestó atención al ardor de su rodilla.
Al llegar empujo la pesada puerta con todo lo que tenía e increíblemente lo logro, se dejó caer, se hizo bolita, dejo salir todo.
Lloraba, lloraba no por el hecho de que su capricho no había sido cumplido, lloraba por que con tan solo ocho años de vida ya entendía lo que sucedía, siendo solo una pequeña niña ya se había dado cuenta del porqué de esta fiesta, le dolía en su alma saber que sus padres colocaron su ego y vana gloria primero que, a ella, primero que su felicidad, y si lo hicieron ahora, ¿quién le afirmara que los demás años no sería igual?
Desde ese momento prometió así misma mientras se miraba en su espejo, no volver a emocionarse por algo tan suyo como el día en que se celebra su vida, porque se dio cuenta que ya se lo habían arrebatado y que lo seguirían haciendo.
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Nota de la autora: volví! Se que me extrañaron, pero hablando en serio, estos días como ya les había dicho, an Sido muy difíciles, pero aquí vamos y aquí les actualizo (poquito tarde, pero les actualizo)Dicho esto, espero que lo disfruten y que les guste capitulo
Déjenme sus comentarios y votos
Chao mis perversos ;)
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fragmentos de mi
RandomEl bien y el mal: esas son los dos caminos en los que siempre se dividen nuestras vidas, son las bases de la humanidad, tu decides hacer el bien o el mal, pues bien ¿Que ocurre cuando nosotros no podemos decidir entre esas dos opciones? ¿Que pasa si...