La familia Kwok y su nuevo integrante son embarcados en la camioneta para desplazarlos al norte de la capital donde se encuentran los centros comerciales mas grandes y de marcas de prestigio.
Lograr que los niños se queden quietos para que el personal de seguridad les abroche los cinturones fue el mayor problema, ya que Samuel y Gabriel siguen peleando por quien se sentaría al lado de Hela.
Giselle se mantiene al margen, divertida con las acciones de sus hijos. Ellos jamás habían peleado por algo porque se asegura que cada uno tenga lo suyo; pero en este caso, no puede partir a una persona en dos para repartirla.
—Alejandro, ven— le llama su madre para que se siente a su lado.
—Hela siéntate en el medio de Gabriel y Samuel— el tono de voz es igual al que usa con sus hijos, pero para Hela sigue siendo la voz de su nuevo amo, por mas que le digan que ya no tiene uno.
El chico no se hace esperar y se sienta en la mitad del asiento, esperando que sus nuevos hermanos se sienten también.
Gabriel y Samuel se sientan a su lado y toman las manos de Hela.
Hela baja la cabeza al sentirse avergonzado ante las sonrías amplias y ojos orgullos de ambos hermanos. Por mas que quiera su espacio, se siente a la merced de las ordenes de la señora Giselle. Sabe que no es su ama, pero muy en el fondo siente que sí, después de todo esa mujer pagó un precio por su vida.
—Mamá, Hela es aun mas hermoso cuando se sonroja— se apresura a decir Gabriel cuando nota el cambio de color en las mejillas de su nuevo hermano.
Giselle reprime la risa carraspeando.
—Dejen a su hermano tranquilo, lo están incomodando.
Walter se asoma por la puerta que aun no cierran para comprobar que todos estén listos.
—Mi señora, ¿necesita algo mas antes de partir?
—No. Solo asegúrate que en otro auto estén un guardia por persona.
—¿Y la señorita Paula?
—Envíala a este carro, que se siente de copiloto. No la quiero con esos— el fastidio de la señora se nota en su tono de voz.
—Enseguida, ¿algo más?
—Asegúrate que no vea ningún paparazi en el todo el viaje o al primero que vea lo demandaré y acabaré con su carrera.
Walter sonríe sin poder evitarlo. Su señora no es amable con sus palabras, pero si demuestra lo que siente con acciones. Siendo Hela nuevo en este ambiente, quiere que sea lo mas tranquilo posible su ingreso.
—Así será— cierra la puerta y se va a buscar a Paula lo antes posible para irse.
Hela sube la mirada para ver a Giselle, analizando su estado de ánimo.
—Yo..., uhm...— traga con fuerza al sentirse cohibido de preguntar.
—¿Necesitas algo, Hela?— se apresura a decir Gabriel.
—Yo...— baja la mirada al no poder soportar la mirada intensa de Giselle.
—¿Te duele algo?— se preocupa Samuel al verle el rostro pálido.
Hela se apresura a negarlo moviendo su cabeza.
—¿Necesitas ir al baño?— pregunta Gabriel.
—No...— al sentir el movimiento del carro, alza la mirada hacia la ventana.
—Dilo— la voz de Giselle llega sus oídos como un comando que no puede contrariar.
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Donde piso, conquisto
RandomNo me importa el infierno que pasaste, ni lo que eres ahora, porque no lo serás para siempre. ... Este mundo se enfrasca es pisotearme solo por ser omega, queriendo obligarme a ser como ellos desean: débil, sumiso, un muñeco hecho para satisfacer a...