PREFACIO - PARTE UNO

17 2 0
                                    


—Señora, ¿está segura de querer participar? — la secretaria deja un sobre en el escritorio sin ser capaz de levantar la cabeza para ver a su jefa.

Incluso si ésta se encuentra de espalda, viendo por el gran ventanal que cubre toda la pared, disfrutando de la vista impresionante de la ciudad donde cierne el inmenso azul oscuro del cielo nocturno; Paula presiona sus dedos fuertemente en la carpeta que trae en mano, las feromonas dominantes de la mujer alfa se encuentran concentradas en el cuarto, ejerciendo fuerza sobre su juicio hasta hacerla temblar ante semejante presión.

—No pedí tu compasión— mira sobre su hombro con esos ojos llenos de frialdad.

Paula se muerde la lengua al darse cuenta que metió la pata. Sabe que a su jefa no le gusta comentarios que no aporten algo beneficioso.

—Lo siento mi señora, no volverá a suceder.

—No prometas cosas que no vas a cumplir— se da la vuelta lentamente sin quitar la vista de la mujer menuda que tiembla frente a ella.

<<Es como un conejito acorralado>> sonríe con esa malicia felina que la caracteriza.

—Sí señora— traga grueso al sentir los tacones de su jefa retumbar en las baldosas. La figura que se detiene frente a ella no deja de ser imponente en estatura, incluso al ver como la señora se sienta en el borde del escritorio.

—Dime, caramelito,... — apodo que usa solo cuando están a solas — ¿serias capaz de entrar a una habitación llena de alfas arrogantes con el libido a mil, arrojando feromonas dominantes capaces de doblegar a cualquier omega alrededor, incluyendo a niños omegas drogados y desnudos como mercancía para subastar?

—No señora.

—Entonces no cuestiones mis decisiones— se coloca de pie acercándose despacio a la secretaria. —Sal de aquí y deja pasar a la manada de asquerosos que esperan para la reunión.

Paula entierra las uñas en sus palmas al no saber que mas hacer.

—Sì señora.

Admira a su jefa al ser tan valiente como para infiltrarse en una subasta de trata de omegas jóvenes e infantes, con el fin de proporcionar las pruebas y así la autoridad pueda desmantelar el negocio.

—Paula.

Detiene el paso, sin voltear a ver a la señora.

No importa cuántos años pasaron desde que trabaja para la presidenta, esa aura de autoridad sigue siendo avasalladora. El conocimiento que posee adorna su cabeza como corona invisible mientras los méritos que ha conseguido al dirigir la constructora Kwok adornan sus paredes entre trofeos, diplomas, cuadros con fotos de sus mejores construcciones, incluso guarda relación cercana con varios presidentes a nivel internacional. Su temple de acero y serenidad ante la adversidad le dan ese perfil felino que atemoriza a tantos con solo entrar en contacto visual.

No hay mujer que se le compare en el mundo.

—Llama al oficial Spellman, comunícale que será hoy a media noche.

—Sì, señora.

—Una vez que entre al edificio no tendré señal.

Las puertas dobles se hablen de par en par.

Paula palidece al ver a los tres hombres alfas. Las feromonas de los alfas dominantes hace que su cuerpo se le paralice mientras sus piernas intentan no flaquear.

Los hombres posan sus ojos en la figura menuda de la mujer, haciéndola sentir tan pequeña que teme ser devorada.

—Giselle, ¿cuánto tiempo mas tenemos que esperarte? — habla con molestia el hombre de traje prolijo mientras se peina el cabello hacia atrás. A pesar de tener 50 años se le ve fuerte.

Donde piso, conquistoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora