Capítulo 5

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El camino al centro comercial fue rápido gracias al poco tráfico. Una vez llegan al lugar, el chofer aparca en el estacionamiento y el anillo de seguridad es formado al rededor de unos metros de la familia para dejarles caminar cómodamente.

Siendo la primera vez que Hela observa un ambiente tan abierto y lleno de gente. Las luces de los comercios le hacen voltear a cada tanto que ve algo nuevo. Por un momento se detiene al sentir que tantas cosas llamando sus instintos lo marean hasta hacer que los dos hermanos lo agarren con fuerza de la mano.

—¿Te duele algo?— preguntan Gabriel y Samuel al tiempo, preocupados.

Hela cierra los ojos con fuerza y sacude la cabeza para negar.

—Denle unos segundos, debe ser mucho para sus ojos— dice Giselle mientras observa su alrededor buscando una tienda de accesorios. —Vamos primero a comprar gafas, eso le puede ayudar.

La familia cambia el rumbo con un paso lento, disfrutando del momento.

Alejandro se limita a caminar detrás de sus tres hermanos, observando como se divierten hablando con Hela. Para su curiosidad, compara la espalda de sus dos hermanos con Hela, siendo este ultimo tan pequeño y delgado que le preocupa.

<<Gabriel no fue tan delicado...>>

Los hermanos entran con paso firme, que cambian por caminatas rápidas para tomar diferentes tipos de gafas para probar en Hela.

—La psiquiatra mencionó algún problema de vista?— le pregunta a Giselle mientras observa las diferentes opciones en los mostradores.

—No señora— contesta Paula mientras se derrite de ternura cuando ve que le colocan unas gafas de vidrios negro redondos.

Giselle toma unas gafas del mismo diseño pero con menos polarizado para que el niño pueda ver cómodamente.

—Hela— le llama mientras se sienta con su acostumbrada elegancia en uno de los sillones de cuero blanco de la tienda.

El niño se apresura a ir donde la señora.

—Am...— se tapa la boca al instante, recordando que decirle así puede hacerla enojar. —Señora— logra decir.

Giselle le retira las gafas y se las da a Paula. Le coloca las que tomó y analiza.

El niño entrecierra los ojos al dificultar ver a través de los lentes.

—Sigue siendo muy oscuras para ti, supongo— le retira las gafas.

Una mujer de aspecto pulcro y con uniforme se acerca con una sonrisa amplia.

—Buenas tardes Sra. Kwok, ¿en que le podemos ayudar?

Giselle alza la vista a la mujer, recostando la espalda.

La mujer no puede evitar sonrojarse al ver la sonrisa socarrona de Giselle, siempre tan segura de si misma y de aura elegante y poderosa.

—¿Tiene lentes antirreflejos para niños?

—Sí señora, enseguida le traigo los modelos— se lleva varios mechones detrás de la oreja mientras muestra la mejor sonrisa que tiene.

La mujer retrocede y se va a buscar lo que le pidieron, contoneando las caderas para darle un buen espectáculo a Giselle.

La mujer solo resopla ante el culo contoneado y vuelve su mirada a sus hijos que siguen probando deferentes modelos en Hela.

—¿Te gustaría vestir uniformes con faldas en el trabajo?— le dice a Paula sin mirarla.

—Para qué si puede ver a otros vestirlos— baja la mirada a su celular para verificar con la aplicación de GPS que los escoltas sigan en su formación.

—¿No te agrada la idea?— voltea a ver a su secretaria.

—El acoso laboral se condena con años de cárcel en la actualidad— mira a su jefa con un rostro neutral.

—¿No crees que te estas creyendo mucho como para decir que yo me rebajaría con un empleado hasta acosarlo sexualmente?

La fuerza en sus palabras le hace sentirse cohibida pero no lo suficiente como para no defenderse. Sabe que su jefa le gusta molestarla.

—Usted mencionó la falda primero.

Giselle se ríe en lo bajo, generando mal genio en la secretaria.

—No necesita una falda para lucir ese culo.

Paula abre los ojos ante el comentario, sonrojándose al instante. No puede creer lo que esta escuchando.

—Es solo un halago— se levanta del sofá. —Y un hecho— da un paso hacia la secretaría. —Cada hombre y mujer que han pasado cerca se han dado cuenta.

La cercanía hace que Paula retroceda al sentirse mas acalorada por esas palabras. Antes de poder decir algo, la dependienta del local se acerca con una bandeja con 3 opciones de lentes.

—Estos son los modelos con diseño moderno que contienen la especificación solicitada— dice la mujer con orgullo de su buen trabajo, no sin antes mover su cabello para dejar ver parte de su cuello. Sabe que eso le atrae a los alfas, un lugar delicado para marcar y morder.

Giselle toma el modelo de en medio sin siquiera molestarse en mirarla, y se lo prueba a Hela.

El niño parpadea varias veces, sintiéndose a gusto con el cambio en la luz.

—Se te ven bien, Hela— lo elogia Samuel.

Gabriel secunda la moción al ver que se ve aun mas tierno que antes.

—Mami quiero estos lentes oscuros— se acerca Gabriel con las gafas puestas.

—¿Ustedes dos quieren algo?— pregunta a sus otros dos hijos que se limitan a mirar a sus hermanos.

Los niños contestan que no.

—Bien— Giselle saca de su cartera una tarjeta negra y se la entrega a la empleada que no duda en lucirse mas al ver la tarjeta negra de cupo indefinido y exclusivo.

Hela se acerca nervioso a Giselle. Esta mira hacia abajo al notar la presencia del niño.

—Gracias— dice casi en un susurro.

— No tienes que darme las gracias. Ahora eres mi hijo, se te será proporcionado todo lo que necesites y desees.

El niño no entiende todo lo que dice pero se queda con la frase donde menciona que es su hijo. Mira el rostro de la señora para luego mirar a sus hermanos. 

Giselle le observa en silencio, meditando en lo que acaba de decir y en lo que conlleva a ser un Kwok. Si bien su apellido es sinonimo de reconomiento y fortuna, tambien cargan el peso del pasado y presente de la familia. No les dicen que son poderosos solo por el reconomiento adquirido, sino por el pasado lleno de sangre siendo casi una maldición que los atan a las ordenes del gobernante del país en turno. 

Aprieta las manos al recordar la primera vez que tuvo que quitarle la vida a un desconocido solo para demotrar su fidelidad. Al princio le provocaba repugnancia consigo misma de solo recordar las súplicas de sus victimas, pero al repetir la accion tantas veces se volvió indiferente.

Sus pensamientos son interrumpidos por las voces de sus hijos. 

<<Debo salir de esto antes de que los alcance>> 


Espero les guste.

Nos leemos en el próximo capítulo. (❁'◡'❁)

Donde piso, conquistoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora