CAPÍTULO 11

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Mi corazón latía rápidamente mientras mis manos sudaban y mi garganta se secaba, miré a mi pelinegra llorar también con sus ojos esmeraldas clavados en los míos, realmente se marchaba.

No lo podía creer, no quería creerlo.

Madison me miraba de abajo hacia arriba con determinación y juzgamiento en sus ojos, miré como tomó la mano de Lauren y entrelazó sus dedos con los suyos. Segundos después escuché a una niñita pequeña sollozar por todo el lugar, las personas presentes me miraron, acercándose a mí preocupados; fue en ese entonces cuando entendí que no se trataba de ninguna niña pequeña llorando por un dulce, sino que los sollozos pertenecían a mí llorando porque el amor de mi vida estaba a punto de marcharse.

Lauren intentó acercarse a mí, sin embargo, Madison la detuvo, por supuesto.

—Kyle está en camino —escuché como Ferrer le mencionó eso a otro de los enfermeros que había llegado a la escena, Carson sujetaba mi mano mientras mis lágrimas caían sin control a través de mi rostro.

—¿Qué hora es? Nos están haciendo perder mucho tiempo aquí y me estoy desesperando —admitió la rubia cruzándose de brazos algo molesta, o al menos eso pude observar en medio de mis lágrimas.

—La firma de toda la junta administrativa del hospital ya la tienen, cuando deseen pueden marcharse —dijo Ferrer a Madison y mi mirada bajó, estaba inmóvil, impotente, me sentía inútil también, era claro que no podía hacer absolutamente nada al respecto.

—¡No se la lleven por favor! —me atreví a comentar entre sollozos, Carson me abrazó más fuerte y no pude evitar enterrar mi cara en su pecho, me dolía el alma.

—El expediente de la señorita...

—¡Si! Ya sabemos que el expediente de Lauren seguirá en el hospital por cualquier eventualidad en su situación psiquiátrica —Interrumpió la rubia a Ferrer, quién de inmediato tomó una ficha y la selló con autoridad.

—Pueden retirarse ya —respondió el doctor y Madison no falló en llevar su mano hacia la de Lauren rápidamente para empezar a guiarla a través de la sala, la pelinegra me miraba llorando y yo ni siquiera podía respirar con normalidad.

—¡Ya estoy aquí! —habló Kyle entrando al lugar, todos lo miraron haciendo gestos con referencia a mí, el chico no tardó en comprender y me tomó de la mano —Vamos a tu habitación, Cami —me susurró en el oído, pero nada ni nadie podía hacer que yo me moviera de donde estaba.

—¡Ni se te ocurra ir a donde ella! —escuché la indicación de Madison a Lauren antes de que ambas salieran por la puerta principal.

Lauren realmente se había ido, se había ido y me había abandonado después de prometer que no lo haría; mi alma ya estaba destrozada.

Sentí los brazos de Kyle sujetarme antes de sentarme en una silla de ruedas, ni siquiera me di cuenta cuando la fueron a traer, los doctores se miraban entre sí muy preocupados, me senté poco a poco, pero el recuerdo de Lauren saliendo por la puerta de vidrio junto a la modelo esa iba a ser una imagen permanente en mi cabeza por el resto de mi vida.

Kyle me comenzó a llevar con rumbo a mi habitación lentamente, mi llanto no cesaba y no veía la posibilidad de que alguna vez lo hiciera, mis pensamientos estaban en mi novia la cual ya no vería quizá en mucho tiempo.

—De verdad me va a abandonar—susurré antes de caer en cuenta que Lauren realmente se había ido, tomé las fuerzas necesarias para levantarme de esa silla y comenzar a correr hacia la puerta de vidrio, no sabía cómo lo había hecho, pero había llegado hasta ahí, intenté abrir la manija de la puerta, pero me fue inútil, esa puerta no se iba a abrir tan fácilmente.

QUIMERA | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora