La profesora Paz siguió al escurridizo profesor de química hasta el bosque, preguntándose qué pretendía o qué escondería allí. Se alarmó un poco al considerar la posibilidad de que todos esos años sólo lo hubieran transformado en un ser muy diferente del que ella conoció en el pasado, con costumbres o secretos oscuros... No se le ocurrió ni por asomo lo que pensaba Elio y menos las imágenes que por su mente estaban pasando.
El profesor navegaba lentamente por su memoria, recordando a cada paso que daba todo lo que había sucedido en el pasado, luego de la pregunta del director. Consideró en un principio decirle la verdad a Rawson, sin embargo, su miedo a las catastróficas consecuencias que descenderían sobre él y lo enviaran al infierno, sólo lo impulsaron a decir:
— Quien nunca debió ser —respondió enigmáticamente.
El director del colegio no quiso o sospechó lo suficiente como para no hacer preguntas. Confiaba en el honor de aquel hombre. Pensaba que Elio Guerrero podía tener mil defectos pero era un sujeto íntegro.
— Vamos, volvamos juntos —dijo el anciano, luego de que el hombre se calmara.
— No creo poder...
— Si podrás.
Elio apenas podía caminar, no obstante ambos se las arreglaron para llegar sin que nadie los viera. Los ojos de halcón de la profesora Garza estaban dirigidos hacia otra parte y no se percató de lo que sucedía. Aún a esa hora se encontraba en una reunión con la mayoría de los alumnos que habían quebrado una norma ese día.
— ¡Todos quedarán en una lista negra! ¡Y tendrán prohibido los paseos de ahora en adelante! Tendrán que cumplir con un castigo dos veces a la semana y... —La voz de la mujer salía por una perta entreabierta que estaba cerca del pasillo.
Rawson suspiró ruidosamente. A veces aquella mujer lo sacaba de sus casillas. Su objetivo era que los alumnos se descargaran y pudieran disfrutar el día pero ella siempre complicaba las cosas. Mientras se alejaban, dejaron de escucharla. Elio no hizo ningún comentario, tenía miedo de abrir la boca y que el vómito saliera de su garganta de forma incontenible. Aquella noche estuvo muy descompuesto y juró que nunca más volvería a tomar de esa manera.
Los siguientes días fueron para el profesor Guerrero muy duros, no obstante se obligó a retomar sus habituales tareas en el colegio y volvió a dar clases. ¡No podía pasarse la vida escondido! Ver a la señorita Paz por primera vez cara a cara no le trajo paz a su alma. Imaginándose que su silencio y tranquilidad eran cómplices de su mentira, no pudo encontrar la serenidad que tanto estaba necesitando. La clase pasó, sin embargo, sin ningún contratiempo y luego, solo en su despacho, pudo pensar con claridad y reconoció que con suerte el tiempo lo ayudaría a olvidar...
¡Qué crédulo había sido!... Nunca la había olvidado.
El profesor Guerrero no intentó ponerse en contacto de ningún modo con su alumna y cortó toda comunicación con ella. No obstante, este hecho a Agustina Paz le removía la consciencia, se sentía tan culpable que pronto, cuando vio que el hombre se había recuperado de su enfermedad, intentó hablarle. Nunca imaginó que todo aquel malestar era por ella.
El día funesto (al menos para ella) que dejaron salir a los alumnos para ir al pueblo, imaginó que al fin podría divertirse un poco. La chica se sentía muy angustiada desde que el profesor de química canceló todas sus clases y estaba muy nerviosa por su futuro. Sabía que tenía que disculparse con urgencia pero le daba miedo y la enfermedad del hombre complicó todo. ¡¿Y ahora qué iba a hacer?! Solía preguntarse a menudo. Estaba casi segura de que el profesor Guerrero se vengaría de ella y nunca la aprobaría. ¡Tenía que hablarle urgente!
ESTÁS LEYENDO
Secretos de una pasión prohibida
Roman d'amourLos recuerdos perturbaban su mente, el tan sólo evocar aquel accidente y sus consecuencias bastaba para derrumbar por completo su paz interior. El profesor Guerrero tenía una duda: ¿había sido víctima o victimario? Después de tantos años aún seguía...