Juguetear;
Hacer algo con el fin de entretenerse o distraerse, normalmente sin poner interés o seriedad en ello.La función había terminado, todo había ido de maravilla, y la chica se encontraba bastante emocionada. Se sentía bien.
Los espectadores comenzaban a salir del teatro, mientras que los que formaban parte de la obra retiraban todo y los actores se cambiaban de nuevo.
Bueno, todos excepto el peliblanco, quien se quedó hablando con su director en el escenario, hablando sobre lo bien que lo había hecho y que si seguía así conseguiría más papeles importantes.
La chica sonrió al verlo tan alegre, él también disfrutaba de lo que hacía. Pensó qué tal vez estaría cansado y con sed, por lo que fue por una botella de agua y regresó, encontrándolo aún en el escenario, pero ésta vez su director ya no se encontraba.
Se acercó a él bastante nerviosa, no sabía cómo comenzar la conversación pero estaba segura de que quería hablar con él.
—Toma, creo que la necesita —se armó de valor para hablar, extendiéndole la botella con una sonrisa.
El peliblanco se sorprendió un poco al verla, para después sonreír y tomar con delicadeza la botella, rozando levemente sus dedos con los de la fémina.
—Gracias, bella dama —dijo sin pensar muy bien lo que había dicho, pues había salido involuntariamente.
La contraria se sonrojo rápidamente, nunca hubiera pensado que la llamarían así en su vida. El joven actor tomó de su agua mientras pensaba qué hacer ahora para arreglar el momento incómodo que había creado.
—Creo que lo hizo muy bien en la obra, de verdad me impresionó su talento —el peliblanco abrió los ojos, sonrojado mientras bajaba la botella y la dejaba en el suelo del escenario.
—Fue todo gracias a su maravilloso disfraz —expresó él con una sonrisa llena de sinceridad.
—¡C-Claro que no! ¡Mi disfraz no tiene nada que ver! ¡Son sus dones de actuación lo que captaron al público! —y su belleza por su puesto, pero no se atrevió a decírselo.
El contrario rió, para después tomar las dos manos de la fémina entre las suyas.
—Gracias —dijo con un leve sonrojo y esa mirada que enamoraría a cualquiera. La fémina no sabía que hacer ahora, estaba bastante nerviosa, pues nunca se había acercado tanto a un chico—. Por cierto, ¿puedo saber su nombre, bella dama?
Otra vez lo había dicho, la chica sentía que su corazón iba a mil cuando escuchaba que le decía de esa manera. Se tranquilizó, ella también sabía jugar a ese juego.
—Mi nombre real no es necesario, joven caballero —dijo con un acento en su voz como si se tratara de la realeza. Él al escucharla, rió levemente.
—Pero debo de saber el nombre de la dama que captó mi atención desde el inicio —siguió el juego, soltando una de sus manos mientras se arrodillaba sobre uno de sus pies.
No sabía si lo decía en serio o seguía actuando, cualquiera de las dos la pondría más nerviosa de lo que estaba.
Ella suspiró dramáticamente mientras volteaba hacia otro lado, pensando si debería decírselo o no.
¿Debería repetir o...? —pensó mientras negaba con la cabeza, para después dirigirse de nuevo al peliblanco.
—Puede llamarme Cheonsa —dijo tratando de disimular el nerviosismo que había vuelto.
¿Ángel...? —pensó el peliblanco para después sonreír. No sabía si ese era su nombre real, pero no le diría nada a la chica, probablemente porque fuera como él.
Un nombre falso para ocultar el pasado que tuvo, sonaba entendible, ¿cierto?
—Es un lindo nombre, señorita Cheonsa —dijo para después depositar un leve beso en la palma de la mano de la chica que aún sostenía.
Fue un acto involuntario, pero no se arrepentía de haberlo hecho.
Sonrió mientras se levantaba cuidadosamente y dio una leve reverencia, para después recoger la botella de agua que la fémina le había regalado.
—Le pediré a mi director que tú sigas siendo quien haga mi vestuario —dijo con un leve sonrojo, dejando sorprendida a la chica—. Espero que nos veamos pronto, Cheonsa.
Y sin más dio media vuelta y salió del escenario, dirigiéndose probablemente a los camerinos, pues seguía con el traje de la obra. La fémina se quedó atónita, no sabía cómo reaccionar ahora, pero al parecer, el teatro estaba apunto de cerrar, por lo que le pidieron amablemente que se retirara.
Antes de salir pudo notar lo solitario que se encontraba el lugar, las decoraciones de la obra habían desaparecido y las butacas se encontraban vacías. Sólo quedaba una que otra gente que parecían formar parte de la limpieza.
Suspiró cansada para después salir completamente del teatro, caminando de vuelta a casa. Era un poco tarde, pero no tenía que preocuparse mucho, pues vivía a tan sólo unas calles.
Recordó lo que había pasado y se sintió un poco nostálgica, pero no sabía bien la razón. La sonrisa del peliblanco apareció en su mente una vez más, no podía evitarlo, pero tal vez comenzaba a sentir algo hacia él.
Un leve sonrojo apareció en su rostro. No debería de involucrar el amor con el trabajo.
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𝐄𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐞𝐧; Zen
Fanfic❝𝑇𝑒 ℎ𝑒 𝑎𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑖́𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑒𝑐𝑖𝑜𝑐ℎ𝑜.❞ Hacer vestuarios para obras de teatro. Cortes, pinchazos y noches desveladas. Todo eso se disfruta cuando ves a los actores en acción. Un futuro incierto y caminos diferen...