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Esperanza;
Estado de ánimo en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende es posible.
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—¡Nos vemos asombrosos! ¡Y todo es gracias a ti! —exclamó el rubio con emoción mientras se dirigían al lugar de la tan esperada fiesta.

—Es muy probable que piensen que somos pareja —rió levemente, pues sus trajes eran combinados.

—¿Y no lo somos? —la fémina le dio un codazo que hizo que soltara una carcajada—. ¡Ya, ya! ¡Sigues sin olvidar tu primer amor! Tantos años que he estado contigo y sigo pintado como una pared —exclamó dramáticamente mientras que su amiga rodaba los ojos divertida.

El rubio suspiró, sin eliminar la sonrisa de su rostro.

—Bien, es curioso que desde que llegamos a la ciudad no has ido ni una vez a ver a Zen en vivo —habló, causando una mueca en la contraria—. Sé que me dirás que nunca tienes tiempo, pero si resulta que él es inocente, entonces iremos los dos juntos a su siguiente musical. ¡Quieras o no!

—¿Por qué tanto interés? —preguntó ella, sabiendo que no podría negarse.

—Es tu actor favorito, ¡tienes que verlo en acción tú misma! —en realidad había otra razón, pero no pudo decírsela.

Quiero ver el brillo en tus ojos de cuando lo veías a él.

La fémina iba a decir otra cosa, pero el auto deteniéndose hizo que parara. Habían llegado a su destino. El chofer les abrió la puerta y su amigo fue el primero que salió, le extendió la mano para que la tomara, ella lo hizo y salió del auto.

Soltó su mano una vez fuera, caminaron uno al lado del otro debajo del flash de las cámaras de los periodistas. Había mucha gente; con carteles apoyando o tirándole odio al actor, preguntaban cosas que no lograba entender y trataban de entrevistarlos, pero siguieron con su camino, siendo escoltados por guardias de seguridad.

Una vez dentro fueron bienvenidos por una mujer de cabello castaño y corto, les preguntó sus nombres y fue el rubio quien respondió. Les sonrió y se disculpó por la multitud que los había molestado, y sin mas siguió revisando los demás preparativos.

—Hay mas gente de lo que imaginé —habló el hombre algo sorprendido, caminando a un lado de su amiga, buscando algún lugar donde pudieran estar cómodos.

—¿Crees que falte mucho para que comience la conferencia? —preguntó mirando disimuladamente a su alrededor, pensando que vería al peliblanco.

—¡No te desesperes! ¡Estoy seguro de que iniciará-! —no terminó pues su vista se dirigió a la puerta del salón, la cual fue abierta y de ahí entraron lo que parecían ser más invitados.

La fémina abrió los ojos de la sorpresa al verlo ahí. Era él, sin duda. Una sonrisa apareció en su rostro de manera inconsciente, pero se borró rápidamente al ver que aquel hombre venía acompañado; una chica un poco más alta que ella, cabello largo y castaño y un atrevido vestido negro, el cual no mentiría, le quedaba asombroso.

Soltó un suspiro de decepción. ¿Por qué había pensado que no tendría a nadie más con él?

Alejó la mirada de ellos, por lo que su amigo fue el único que se dio cuenta de la sorpresa en el rostro de Zen al verla ahí. Se acomodó su cabello, para después colocar su mano en el hombro de ella y regalarle una cálida sonrisa.

—¿Quieres un poco de vino? Puedo traerlo si gustas... —ella negó rápidamente para después intercambiar su mirada con su amigo, sonriéndole de igual manera.

—Estoy bien, ahora lo que importa es lo que dirá —dijo con esperanza en su voz, de verdad quería que los rumores sean falsos.

—Damas y caballeros, bienvenidos a la fiesta de la RFA —su vista se posó en el escenario donde la misma mujer que los había recibido hablaba tranquilamente—. Tenemos más invitados de lo usual. Espero que resulte ser para todos una
ocación significativa.

Volvió a suspirar tratando de calmarse, a pesar de que ella no tuviera que ver nada con lo que sucedía, no podía evitar sentirse nerviosa.

—Estoy segura de que muchos están confundidos sobre porqué estamos haciendo una conferencia de prensa en una fiesta de caridad. Algunos deben saber, pero tenemos aquí a uno de los miembros de la RFA: Zen, que ahora mismo está en medio de
una controversia —sentía sus manos temblar, por lo que las escondió detrás de si misma.

Había dejado de escuchar por unos segundos, pues podía ver detrás del escenario al joven actor, quien tenía una mirada seria y parecía estar listo para lo que seguía.

—... Entonces les presento, al actor musical ¡Zen! —el nombrado subió al escenario y los periodistas no se hicieron esperar. Comenzaron a preguntar demasiadas cosas y fotografiar todo lo que sucedía.

—Escapé de casa cuando estaba en la secundaria —comenzó, hubo silencio pues nadie se lo esperaba—. Es un poco raro hablar de mi mismo,pero por favor escuchen. Tengo que explicarles.

Y con tan sólo esas palabras, la fémina sabía que seguía siendo el mismo Zen de siempre.

—No había hablado con mis padres hasta hace unos días. Desde adolescente he querido actuar, pero no les agradó. Desde joven me independicé, yendo de una compañía de teatro a otra, ganándome la vida —la fémina sonrió, y por un sólo segundo, sintió la mirada del actor sobre ella—. No puedo negar que mi apariencia jugó un papel importante, ayudándome a sobrevivir en la industria del teatro musical. Pero cuando subía al escenario, actuaba para expresar mi verdadero ser. Creo que los fans que aún me apoyan a pesar de la opinión popular, son quienes han sentido el verdadero esfuerzo en mis personajes, y también en mi.

—¿Acaso estás admitiendo lo que pasó con Echo Girl? —un periodista preguntó y justo cuando estuvo apunto de responder, la mujer sintió que su teléfono comenzaba a vibrar.

Rápidamente lo sacó de su bolso y revisó de quien se trataba. Se disculpó con los invitados a su alrededor y caminó hacia los baños del salón, pues sabía que se encontraría solitario.

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—¡Claro! Aunque ahora mismo estoy en un evento importante... —no había pasado mucho desde que tomó con la llamada, pero aún así trataba de cortarla lo más pronto posible—. ¡Por supuesto! Entonces estaré ahí en unos veinte minutos... ¿quince? Está bien —el cliente era difícil de complacer, por lo que no podía negarle nada—. Entonces nos vemos en el punto de la otra vez, ¡llegaré pronto!

Y sin más colgó, suspirando cansada por tener que lidiar con él. Negó con la cabeza, tenía el traje ya terminado, y sería una paga muy buena, no podía quejarse. Pero de verdad deseaba poder terminar de escuchar la conferencia de Zen.

Tenía la esperanza de que él fuera inocente. No, ella sabía que él era inocente.

Salió de los baños en dirección a su amigo, se despediría de él y después le explicaría todo. Una vez que llegó ahí, las palabras no salieron de su boca, pero el rubio entendió todo a la perfección.

—Ve —fue lo único que dijo, para después sonreírle con calidez, ella asintió y se dirigió a la salida del salón.

Le explicó a los guardias que necesitaba irse y éstos le abrieron la puerta. Giró su cabeza, encontrándose con la mirada de Zen, quien la miraba detenidamente, más seguía hablando con mucha seguridad.

Le sonrió, y sin más salió de ahí subiendo al auto que la esperaba ya. Había pensado que algo así ocurriría, así que dejó el traje en el auto. Volvió a suspirar, e hizo un ademán con la mano, ordenando al chofer que comenzara a manejar.

Volteó hacia atrás, imaginando que Zen saldría a detenerla, justo como cuando imaginó que regresara la noche en que la besó. Quería que lo hiciera, para así poder disculparse con él.

Negó con la cabeza. Eso no sería posible.

𝐄𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐞𝐧; ZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora