Día 3: Misión.

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—¿Cuándo te animarás? —preguntó Rouge a su acompañante.

—¿A qué?

—Por favor, sabes de que hablo.

El erizo azabache le dedico una mirada desdeñosa al mismo tiempo que tomaba un sorbo de su café americano; ella rodó los ojos con fastidio.

Ambos amigos se encontraban tomando un pequeño almuerzo en "Green Hill" una cafetería que quedaba de paso a la universidad donde ambos estudiaban. La deliciosa comida y los accesibles precios eran una de las razones por las que, en ocasiones, ambos se tomaban algunos minutos  del camino para desayunar.

—Tomar diario ese café te está volviendo más amargado que de costumbre.

—Y comer diario esa ensalada te está volviendo más insoportable que de costumbre.

Rouge puso una cara de asombro al mismo tiempo que posó dramáticamente una mano a la altura de su pecho.

—¡Shadow the Hedgehog, como te atreves!

El mencionado alzó los hombros con indiferencia mientras ella soltó una risita para continuar comiendo.

—De acuerdo —dijo cuando termino sus vegetales —voy a dejar en paz ese asunto... con una condición.

—Ni siquiera lo pienses —espetó Shadow poniéndose de pie. La situación le estaba fastidiando más de lo que estaba dispuesto a reconocer, pero su compañera no lo iba a dejar por la paz tan fácil.

—Vamos, es bastante sencillo —ella apoyó la barbilla sobre sus manos y dirigió su vista a la florería de enfrente; él hizo lo mismo con la mirada y ambos observaron a una joven eriza de pelaje rosado rociar con un atomizador los ramos de flores exhibidos en la acera —tienes una semana para decirle a esa chica que gustas de ella.

—No sé de donde sacaste esa tontería.

—¡Ay, por favor! A mí no me engañas... ¡Te mueres por ella!

Rouge gritó eso ultimo tan alto que todos los seres vivos cercanos a ellos voltearon a verlos, incluida aquella eriza; un ligero rubor cubrió las mejillas del erizo y ella sonrió satisfecha. No necesitaba más prueba que esa.

—No voy a hacerlo.

—De acuerdo —comentó la albina al mismo tiempo que dejaba el dinero para pagar lo consumido sobre la mesa —entonces me obligas a decirle a todo mundo que estás enamorado de Sonic.

—¡Pero qué disparates dices mujer! Además de insoportable, chismosa...

—Sigue molestándome y lo grito aquí mismo...

Shadow se tragó su coraje. Odiaba cuando Rouge se victimizaba.

—No te atreverías.

—No me retes cariño, porque sabes que lo haré.

Dicho esto, la curvilínea mujer se puso de pie, se colocó unas extravagantes gafas de sol y comenzó a andar.

Shadow maldijo por lo bajo, tomó sus cosas y comenzó a andar hasta alcanzarla. Rouge sabía cómo ser un gran y constante dolor de cabeza.

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