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.:. CAPÍTULO CUATRO .:.
UNA TENTACIÓN IRRESISTIBLE
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—EN EL BARRIL NO ES DIFÍCIL CAMBIARLE LA VIDA A ALGUIEN —repuso Kaz con indiferencia, secándose las manos con un paño

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—EN EL BARRIL NO ES DIFÍCIL CAMBIARLE LA VIDA A ALGUIEN —repuso Kaz con indiferencia, secándose las manos con un paño.

—Eres un hombre de poca fe—le dijo Inej—. Se trata de nada más y nada menos que un millón de Kruges.

Vera miró inmediatamente a Inej con los ojos muy abiertos, y Kaz alzó la mirada hacia el reflejo de la suli en el espejo.

—¿Un millón? ¿Estás segura? —preguntó la rubia, e Inej asintió con la cabeza.

Hubo un silencio total, mientras Kaz intentaba deducir cuál podría ser el encargo, oyéndose únicamente el sonido de las gotas de lluvia al caer y golpear contra la venta.

A su vez, Vera se tomó unos segundos para pensar en cuánto les facilitaría la vida tener un millón de Kruges en ese momento. Era consciente de que Kaz lo estaba haciendo por pura avaricia, pero Inej necesitaba el dinero para liquidar el pago de su libertad con La Casa de Fieras, y Vera iba a ayudarla, cueste lo que cueste.

Era una promesa que no estaba dispuesta a romper.

—¿Quién es? —preguntó Kaz finalmente, sacando a Vera de sus pensamientos.

—Un mercader adinerado que se hace llamar Dreesen —respondió Inej, volviéndose hacia Vera, que conocía a la mayoría de los comerciantes de Ketterdam—. ¿Has oído hablar sobre él?

—Sí —dijo Vera, y Kaz la miró de reojo—. Y sé con certeza que un millón de Kruges no es nada para él. Puede pagarlos.

—Entonces, la pregunta es: ¿Qué vale tanto para él? —inquirió Kaz mientras cogía de nuevo sus guantes, notándolos fríos al tocar el cuero con las yemas de los dedos—. ¿Lo sabemos?

—¿Por quién me tomas? Si no lo supiera, sería muy mala en mi trabajo —replicó Inej—. Al parecer está buscando un equipo que esté dispuesto a cruzar la Sombra hasta Ravka Oriental para traerle algo.

Kaz giró sobre sus talones, todavía sosteniendo los guantes en sus manos, y miró a Inej con el ceño fruncido.

—¿La Sombra? —preguntaron al mismo tiempo Vera y Kaz.

—Como lo oís.

Kaz se volvió hacia Vera y los dos se miraron por un breve momento, como si pudieran comunicarse con la mirada.

—Es una locura, Kaz —dijo Vera con firmeza.

—Lo sé. Pretender que un grupo de idiotas crucen la Sombra para traerle algo de gran valor cuando lo más probable es que... —Kaz se detuvo en mitad de la frase, colocándose los guantes, y agregó—: Paga un millón por una muerte segura.

LA JOVEN SIN ROSTRO | sombra y hueso #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora