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.:. CAPÍTULO SEIS .:.
A JESPER LE GUSTAN LOS
PASTELITOS
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KAZ TENÍA RAZÓN: EL INTERIOR DE LA CASA DE LA ROSA BLANCA era aún mejor de lo que parecía desde afuera

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KAZ TENÍA RAZÓN: EL INTERIOR DE LA CASA DE LA ROSA BLANCA era aún mejor de lo que parecía desde afuera. Las paredes eran de color beige claro y el suelo estaba cubierto con una elegante alfombra escarlata, que amortiguaba el sonido de los tacones de sus botas. Incluso una gran lámpara de araña colgaba del techo, iluminando todos los rincones del vestíbulo.

       Pero lo que más llamó la atención de Vera fue el olor dulce que impregnaba toda la habitación. Un olor que creía haber olvidado hacía mucho tiempo y que la transportaba a otra época y lugar, justo cuando era apenas una niña. Cuando vivía con su tía Tatia y estaba muy lejos de Ketterdam y de los problemas.

       En ese momento, aunque solo por un instante, Vera cerró los ojos e imaginó que ya no estaba en el burdel, sino que en el jardín de su casa, recogiendo flores para luego hacer tiaras y fingir que era la princesa de un reino que se había inventado. Por muchos años que hubieran pasado, aún recordaba perfectamente la sensación de correr descalza por la hierba en verano, con los cálidos rayos del sol acariciando su piel y las flores coloreando y llenando de vida el paisaje.

       Si fuera por ella, habría permanecido en ese ensueño toda su vida. Pero cuando volvió a abrir los ojos, tuvo que enfrentarse a la dura realidad; y por mucho que deseara no estar en Ketterdam, lo estaba.

Ya no tenía su casa ni un jardín repleto de flores. Y mucho menos a su tía.

—Vera. ¿Estás bien? —preguntó Inej, sorprendiéndola—. Estás muy pálida.

Debió estarlo, porque de un minuto a otro, Vera se sintió frágil y sin fuerzas.

A veces, en situaciones como esta, se preguntaba si alguna vez se sentiría de la misma manera que cuando era pequeña y estaba en su antigua casa. Era consciente de que ya no había ningún lugar sobre la faz de la Tierra al que pudiera llamar hogar.

Y una parte de ella, la parte racional, sabía que nunca lo habría.

Después de todo, no hay sitio para un monstruo como yo, pensó Vera.

—No es nada, Inej. Es el fuerte olor de este sitio, lo que me ha mareado un poco —respondió Vera con una media sonrisa, e Inej asintió sin decir una palabra.

Vera notó que no había logrado engañar a Inej, pero la conocía demasiado bien y sabía que no iba a preguntarle al respecto. Era algo que ambas tenían en común, se consolaban mutuamente sin tener que hablar del pasado, simplemente estando ahí la una para la otra.

—¡Qué bien huele! —se escuchó decir a Jesper mientras caminaba por el vestíbulo con Kaz, un par de pasos detrás de las chicas—. Ya podría oler el Club Cuervo así y no a calcetines sudados.

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⏰ Última actualización: Mar 18, 2023 ⏰

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LA JOVEN SIN ROSTRO | sombra y hueso #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora