I: Empezar a Vivir

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El pequeño camaleón salió despavorido a través del hueco que encontró en la ventana y mientras era iluminado por los primeros rayos del sol que amanecía, procedió a mimetizarse cambiando su característico color verde, por los tonos que poseía la m...

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El pequeño camaleón salió despavorido a través del hueco que encontró en la ventana y mientras era iluminado por los primeros rayos del sol que amanecía, procedió a mimetizarse cambiando su característico color verde, por los tonos que poseía la maceta más cercana en el balcón para mantenerse oculto de este modo.

Estruendosamente, un joven de largo cabello rubio abrió las puertas de la ventana, gritando un apresurado "¡Aja!" creyó que encontraría al animalito de inmediato, sin embargo, el borde del balcón parecía vacío y desganado soltó un suspiro.

– Bueno, creo que Yeontan se escondió en otro lado...

Canturreó mientras caminaba hacia el interior de la torre. Esto provocó que el pequeño reptil sonriera ante su aparente victoria pero, antes de poder celebrar, sintió como su cola era tirada rápidamente y en un instante estaba colgando de cabeza.

– ¡Te tengo! – exclamó el muchacho quien se encontraba en la misma posición, causándole un susto al animalito. Entre carcajadas, bajó con cuidado a Yeontan, desatando el mechón dorado de su cola – Ya son 22 a mi favor ¿Jugamos 23 de 45?

El camaleón lo veía con resentimiento a la par que sacaba su lengüita disgustado, provocando otra sonrisa en el chico y con ambas manos sentó al animal encima de su pantalón lila.

– Bien entonces ¿Qué quieres hacer? – Yeontan respondió moviendo su colita indicando el exterior emocionado – Si... ya sabes que eso no va a pasar, además es lindo estar adentro y a ti te gusta.

El pequeño reptil volvió a repetir su característico insulto, sabía perfectamente que su dueño igual quería ir afuera, pero el miedo se lo impedía.

– Vamos Tannie, no me veas así, no es tan malo estar aquí adentro.

Jimin subió al animalito sobre la manga de su Corset rosado y ambos entraron.

Luego de ese rato jugando con su diminuto mejor amigo, era hora de la limpieza. Después de tantos años haciendo el aseo en punto de las siete de la mañana todos los días, el rubio se había vuelto muy rápido, logrando terminar de barrer, limpiar y sacudir en poco más de quince minutos.

A partir de ahí, tenía el día libre de hacer lo que quisiera, mientras fuera adentro de la torre claro está.

Jimin debía ser creativo, haciendo cuentas, prácticamente ya había intentado de todo: había aprendido a tejer, a tocar guitarra, a hacer alfarería, horneaba infinidad de recetas para pasteles y galletas; sabía armar los rompecabezas de memoria e incluso jugaba largas horas ajedrez con Yeontan.

Ya nada lo entretenía completamente, su vida se había vuelto una rutina insufrible donde cada día tenía que descubrir cómo pasar el rato. Solo existían tres actividades que lograban mantenerlo concentrado y contento:

La primera era cepillar su cabello, desenredar esos mechones dorados que se alargaban por varios metros tomaba un rato. Usualmente lo extendía por todas las columnas y vigas de madera de la torre para avanzar con el cepillo de manera más sencilla.

= Veo en ti la Luz =   [VMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora