II: El Máximo Soldado

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– ¡Bien, estoy listo! – exclamó el joven terminando de guardar sus botes de pintura en el baúl con entusiasmo y a la vez algo de nerviosismo – Hoy se lo diré Yeontan, le preguntaré

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– ¡Bien, estoy listo! – exclamó el joven terminando de guardar sus botes de pintura en el baúl con entusiasmo y a la vez algo de nerviosismo – Hoy se lo diré Yeontan, le preguntaré.

– ¡Jimin! ¡Deja caer tu cabello! – escuchó la intencionada melodía en la voz de su madre afuera de la torre, provocando que tanto el muchacho como el animalito se emocionaran.

– ¡Ya es hora! – volteó hacia el pequeño reptil sonriente y dejándolo sobre la reciente pintura, con cuidado la cubrió con una cortina roja – Escóndete no dejes que te vea ¿De acuerdo?

– ¡Jimin! No me haré joven aguardando aquí

– ¡Ya voy, madre!

Tomando un gran mechón de su dorado cabello, el muchacho lo entrelazó en el gancho de metal que colgaba del balcón y acto seguido lo lanzó hacia Jisoo mientras él tiraba de su pelo para ayudarla a subir.

– Bienvenida, madre.

– ¡Oh, cariño! Yo no podría subir sin ti cada día de cada semana, seguramente debe ser agotador.

– Oh, descuida, no es nada.

– Entonces, no entiendo que te hizo tardar tanto – Jisoo comenzó a carcajearse fuertemente dejando al rubio desconcertado – Sabes que no hablo en serio.

– Entiendo... – respondió el menor riendo falsamente y se acercó a la pelinegra que observaba su reflejo con detenimiento – Escucha, madre como sabes...

– Jimin acércate al espejo, por favor ¿Sabes que veo ahí? Una persona fuerte, valiente, joven, muy hermosa y segura de sí misma – aquel gesto inesperado provocó cierta satisfacción en el muchacho, que desafortunadamente no tardó en desaparecer – ¡Oh y ahí estas tú!

Jisoo volvió a regocijarse por su broma; a pesar de que esos chistes eran algo de todos los días, definitivamente Jimin jamás se acostumbraría a esa pasivo agresividad que caracterizaba a la pelinegra, normalmente para ese punto se habría alejado y así no tener que escuchar otra broma, pero ese día estaba decidido a hablar con ella.

– Claro, eh, madre te decía que...

– Jimin, me siento algo cansada, ¿Cantarías para mi tesoro? Luego te escucho

– ¡Oh, seguro! – bien, la paciencia se le había terminado, pero no podía rendirse.

Rápidamente, colocó la silla de cojines rojos casi igual al color del vestido que traía su madre en la estancia y tomándola de los hombros la sentó con brusquedad, acto seguido acomodó su banquito frente a ella, le pasó el peine y un gran gajo de su cabello, entonando en seguida la canción que activaba sus poderes apresuradamente.

Jisoo no tuvo tiempo ni de reaccionar cuando el golpe de la magia ya le había quitado las canas de su pelo rizado, las ojeras y como diez años de arrugas encima.

= Veo en ti la Luz =   [VMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora