Capitulo I: El día después.

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Pasaron veinticuatro horas desde que el nombre de Dánnery se escucho por el audio de las bocinas que adornan el edificio de bellas artes de la ciudad, despues de varios intentos y dos años en los cuales sus sentimientos fueron confusos, estando al borde de hacer que todo terminara distinto, hoy Angel y ella estan sentados en la plaza que da al muelle.

- ¿Lo imaginaste todo de esta manera?

- Ciertamente no lo hice.

- Lamento como se dieron las cosas, creo que el que peor salió fuiste tu.

- Deja de decir eso Danny, todo valio la pena si ahora estamos juntos.

- ¿Te hice sufrir?

- Danny, no te mentiré, si lo hiciste.

- Perdón. dijo la joven chica con los ojos llenandose de lagrimas.

- Papá dice que, el amor de verdad duele a veces, pero si es el correcto valdrá la pena.

- Pero...

- Y tu bailarina de mis melodías, vales toda la pena del mundo. interrumpió Angel con una vos suave.

- Te quiero Angel.

- Y yo a ti.

Ambos se quedaron en el parque ellos parecia estaban en otro universo, para ellos solo ellos bastaban el atardecer los bañaba, una mujer peleaba con su hija por cuestiones vanales, un vendedor gritaba que su producto era el mejor, un grupo de monjas iban en fila india sin un rumbo concreto, un joven un dibujaba sin prestar atencion mas que al paisaje que tenia al frente, y aun asi con todo esto solo estaban ellos.

- No puedo creer que lo logre.

- Yo siempre supe que lo lograrias.

- Fue gracias a ti, me devolviste las fuerzas.

- Eso crees tu, pero la fuerza siempre estuvo y estará en ti, si alguien esta agredecido soy yo.

- ¿Por qué?

- Tu me inspiraste a no rendirme con mis manos.

- Tambien lamento eso por cierto.

- Ahora entiendo porque para le guarda tanto respeto y cariño a su cicatriz, en ella guarda la memoria del camino que lo llevo al beso de amor  con mama.

- Se escucha tan dulce eso.

- Y mi cicatriz hizo lo mismo... Se interrumpio a si mismo para poder besar a Dánnery.

Sonrojada lo tomo de la mano y emprendieron el camino a casa, el atardecer habia acabado ya y era hora de entregar a la princesa en su castillo. Despues de eso cada quien es su cuarto, en sus respectivas casas no dejaban de mandarse amory beunos deseos el uno para el otro, hasta quedarse dormidos.

La bailarina 2, dibujando el baile perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora