Capitulo XXI: Cicatrices

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En un autobús de camino a casa se encuentra Angel, divagando entre versos y tarareo de melodías, iba concentrado en todo eso, por fuera de las ventas la ciudad que ha visto y vera miles de historias, en un momento el se queda viendo detenidamente sus manos.

Divisa sus cicatrices, cicatrices que recorren sus dedos, sus nervios, al verlas solo puede pensar en lo que las provocaron, y en la coincidencia con su padre, como ambos fueron marcados físicamente y emocionalmente.

En un momento oye su propia voz.

- Sabes, estas roto por haber dejado a Danny, ella es tu vida, ella es quien te dio la vida.

Voltea sus manos y entre ellas dejaba las marcas en su piel, sintiendo como si fueran caminos, que marcan el viaje recorrido.

- Sabes, casi diste en sacrificio tus manos, tu sueño, por ella, y mira como nos pago, tienes razón en dejarla no merece que la amemos.

Sus dedos ven el final de cada cicatriz a diferencia de su padre, no tiene una forma en especial, pero tienen el mismo efecto, el mismo porque, el mismo significado, una guerra perdida, o solo una batalla.

- Porque sigues sin hacer nada, que no vez que ella es tu Salomé, Danny es la chica que nació para ti, la que con su ritmo te dio el ritmo de la musica.

Solo veía sus manos, sus sueños, y como sin quererlo avanzo, se hizo mas fuerte, al punto de decirle adiós al amor de su vida, a quien lo completaba.

- Sabes, creo que valió la pena, no nacimos para pareja quizá quiera ser nuestra amiga, hemos pasado peores peleas, la amamos y ella a nosotros no puede dejar de ser nuestra amiga.

El mundo parece estar completamente estático, aunque eso no parece que le afecte al joven, en ese momento, todo era extraño, no sabia que pasaría pero daria lo mejor.

Vio por última ves sus manos, y se dijo.

- Ella no puede dejar de ser nuestra amada.

- Parada, de la plaza. Se oye en los parlantes del autobus.

El joven toma su mochila la coloca al hombro y baja dando pasos fuertes, se encamina a casa, sin duda está es otra vida y debe empezar a aprenderla a vivir.

- Bienvenido a casa hijo.
- Gracias padre.
- ¿Estás bien?
- Si, hoy comprendí las cicatrices.
- Magnifico, es el primer paso para seguir viviendo, no lo olvides.
- Mira quien lo dice.

Salomé y su hermana llegaron, y la noche acabo como siempre, aunque la vida sea nueva.

La bailarina 2, dibujando el baile perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora