「✧Capítulo Cinco.」

3.2K 424 84
                                    

Era la quinta noche desde que había llegado Jungkook, hace dos semanas de su arribo, que este dormía en los aposentos del Emperador, la quinta noche en la que sus letargos eran custodiados por el alto, y la quinta noche en la que los planes de Jimin de intimar con el más pequeño se vieron frustrados. Cada noche que el rey le pedía pasar a su recámara el accedía pero únicamente se limitaba a aceptar besos y unas pocas caricias que no satisfacían por completo ni al uno ni al otro.

Era insensato. Jimin se estresaba por no poder tocarlo como quería, y ni siquiera entendía porqué accedía a las peticiones de no continuar más allá de besos. Se preguntó si acaso ese muchacho estaba teniendo más poder sobre él de lo que podía permitírsele.

- Oh, Jungkook, un día de estos vas a colmar mi paciencia -le dijo desde la puerta del cuarto de baño viendo al pequeño envuelto entre las sábanas, somnoliento y a penas con los ojos abiertos.

- Lo siento, mi Señor.

- Yo lo sentiré también cuando mi autocontrol ya no domine mi cuerpo.

El desayuno se sirvió en el jardín adyacente al palacio, el día era caluroso, perfecto para comer al aire libre. En la mesa estaban, como de costumbre, Jimin a la cabeza, su hermano a la derecha junto a su hijo y Jennie a lado de este, Jungkook estaba sentado a la izquierda de Jimin y había un lugar adicional junto al doncel. La joven rubia que hace días hubo interrumpido el erótico momento entre el Emperador y su kómpos apareció para el desayuno, hondeando su corto y escotado vestido en el aire, al llegar tomó a Jungkook del antebrazo y a tirones lo lanzó al piso.

- ¿Qué haces sentado a la mesa? -casi le gritó molesta sorprendiendo a todos en la mesa, a algunos de mala manera y a otros de buena- Eres un esclavo y deberás aprender tu lugar.

- ¿Y alguien te enseñó a ti el tuyo? -gruñó Hoseok molesto por haber agredido al pequeño doncel. El príncipe se levantó y fue a ayudar al bajito notando que tenía su rodilla raspada.

- Yerin deja de actuar como si fueras superior a él -ordenó Park enfurruñado.

- Pero lo soy.

- ¿Estás bien, kook? -le preguntó ayudándolo a ponerse en pie.

- Si, su alteza, descuide.

- Hoseok deja a ese en paz -gruñó su esposa en tono mordaz.

- Cállate -gruñó su esposo de vuelta.

- Mamá, ¿dónde está Tae? -preguntó el pequeño por su tutor.

- Desayunando con los sirvientes.

- Donde debería estar otro -acotó ácidamente Yerin.

- En algo por fin tuviste razón, Yerin, Jungkook no debería estar sentado ahí -concordó provocando una sonrisa victoriosa en la fémina.
Jimin tomó a Jungkook de la mano y lo dirigió a que se sentara en su regazo-. A él le gusta más estar en mi regazo.

- ¡Esto es inaudito! -chilló Yerin para entonces marcharse de la mesa sintiéndose humillada.

El Emperador acarició la cintura de Jungkook que tenía bien sujeta para que no se apartara, además sus ojos se dirigieron hasta las piernas del joven y examinaron la pequeña herida que aquella histérica mujer le causó. Hoseok tomó asiento dándole un guiño amistoso al doncel. Jungkook le dijo que no importaba su herida, que apenas y le ardía un poco tratando de calmar al alto al verlo intrigado acerca de su raspón.

- Mírate, pero si sólo eres una perra arrastrada en busca de algo de atención -soltó Jenni con repudio como si la humillación anterior se la hubiesen hecho a ella.

- ¡Jenni! -reprendió su marido al escucharla con un vocabulario tan soez especialmente frente a un niño.

- Retírate de la mesa, Jenni -pidió Jimin con molestia al sentir lo cohibido que Jungkook se puso cuando le insultó.

WooBin miró a su padre algo preocupado pero este lo sentó en su regazo para que terminaran de desayunar. Pronto llegó Taehyung haciendo muy feliz tanto al príncipe como al pequeño WooBin, el tutor se llevó al niño dentro del palacio para que tomara sus clases siendo seguido por un muy feliz Hoseok. Jungkook se preguntó si había algo entre ellos dos, supuso que sería una bella historia de amor, no como la suya... que ni siquiera era una historia de amor.

- No tiene porqué alimentarme, mi Señor -le dijo tras recibir un bocado de fruta de manos del Emperador, era vergonzoso que los guardias y demás sirvientes del palacio lo vieran en momento tan íntimo.

- ¿Gustarías alimentarme tu? -le preguntó ronco metiendo sus dedos indice y medio de la diestra en la boca del mas pequeño cuando ingresó una uva a su boca.

Los labios de Jungkook succionaron la uva e involuntariamente también los dedos de Jimin, su lengua comenzó a danzar entre la uva y los dedos, era una acto muy erótico para el Emperador. Su jugueteo comenzó a ser audible cuando Jungkook chupó los dedos recordándole a Jimin cómo lo hizo con su polla. Que maravillosos recuerdos.

- Y yo realmente creí en algún momento que eras muy inocente, Jungkook. Me has tomado por tonto.

Empero, fue una grata sorpresa, aquello únicamente acrecentaba su libido y, para mala suerte del doncel, aminoraba el autocontrol que el hombre poseía. Para Jungkook, hasta el momento Jiminie se hubo comportado como un caballero, en lo que cabía el significado de la palabra dada su condición, y eso le agradaba pero le hacía temer pues, ¿hasta dónde llegaría esa caballerosidad?

- Ah... -suspiró el muchacho cuando el otro retiró sus dedos de su boca-. Lo lamento.

- ¿Sabes? Siempre estás disculpándote, es un hábito muy extraño porque, usualmente, las personas detestan pedir perdón.

Jungkook enrojeció y bajó la mirada.

- Últimamente has actuado extraño conmigo, me has rehuido y aludo que ha sido única y exclusivamente por lo que sucedió en el trono. Dime, ¿te avergüenza?

Tampoco le respondió, así como no se atrevió a verlo a los ojos porque sabía que aquellos ojos aceituna lo estarían cuestionando acompañados de una sonrisa socarrona.

- Me pregunto como reaccionarás la mañana siguiente de haberme tenido enterrado en tu interior, si te has puesto así por unos pocos besos.

Casi se le estaba burlando, sintiéndose poderoso de poder manejarlo hasta cierto punto. Jungkook quiso decirle que sí, su actuar era todo por aquel momento fogoso en el trono, y volvería a actuar igual ahora que Jimin hubo jugado con su juicio y con su lengua. No era un santo, más nunca intimó con una pareja de la forma en la que lo hacía con el Emperador.

- ¿Alguna vez serás sincero conmigo y compartirás algo más que simples monosílabos?

- No sé que puedo decirte.

- La verdad, te la he exigido cada día y aún no tengo la respuesta que quiero.

- Tal vez es porque no tengo tal respuesta.

- Sé que Choi te envió con una misión -refutó.

- ¿Y has pensado en que podría temer de los métodos que utilizarías para sacar dicha verdad de mi boca?

- Nunca haría algo así, no. Y es porque cuando te veo deseo sacarte la verdad entre gemidos de placer.

A los Pies del Emperador (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora