「✧Capítulo Diez.」

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Jungkook despertó con la caricia de los rayos del sol sobre su piel desnuda y los labios de Jimin recorriéndola también, le pareció un acto muy dulce que quiso tener siempre. El Emperador estaba recostado de lado apoyándose en su codo para poder brindarle al doncel las caricias que en la mañana tanto ameritaba.

- Se ha hecho tarde –consiguió decir un somnoliento Jungkook.

- Me permitiré unos momentos más contigo en la cama.

El joven castaño sintió su corazón encenderse de la ilusión creyendo que Jimin era demasiado dulce y amoroso con él, quizás más de lo que merecía. Los brazos delgados del kómpos atrajeron a Jimin más cerca hasta que él quedó arriba del bajito, sus bocas se unieron otra vez.

Toc, Toc

Jimin gruñó y se prometió reprender a la imprudente inoportuna que tocaba la puerta; masculló un adelante y pronto vio a la doncella de Jungkook entrar con una charola en las manos, seguramente era el desayuno.

- Lamento interrumpir, mi Señor, pero creí que al joven Jungkook le gustaría tomar su desayuno en la alcoba –lo dijo con picardía y doble intención.

- Creo que estoy permitiendo que te mimen mucho –comentó con cariño antes de besar al sonrojado joven de nuevo- ¿No traes para mí también el desayuno?

- Claro que sí, Señor.

La pareja se sentó en la cama y tomó el desayuno luego de que la mujer abandonase la recamara, era un silencio cómodo aunque entre bocados de fruta y jugo se hacían pequeñas bromas o mimos, algo a lo que ninguno de los dos estaba acostumbrado pero que fácilmente podían acoplarse si era con el otro.

- Vengo a preparar el baño –informó la mujer entrando nuevamente.

- Prepáralo en la terma real –le indicó y la mujer presurosa acató la orden.

Jungkook se preguntó cómo es que no sabía de la existencia de una terma en el palacio, claro que luego recabó en que no conocía gran cosa del palacio. Al termino del desayuno, Jimin salió de la cama sin inmutarse por su desnudez, tomó a Jungkook en brazos al estilo nupcial para llevarlo a la terma.

- Y me sigues consintiendo –murmuró Jungkook.

- ¿No te gusta? –le preguntó casi con asombro.

- Me encanta, sólo me pregunto cuánto durará –y quizás no sólo hablaba de los mimos, sino en concreto aquella relación que los desviaba por un sendero lleno de sentimientos afectuosos que podrían dañar a uno u otro.

- Durará hasta cuando te canses de mi.

- ¿Y si es lo contrario? –preguntó con cautela- En algún punto serás tú quien se canse de mi.

Jimin quiso gruñir como un animal por arruinar una atmósfera tan dulce, pero en realidad no dejó de recriminarse que tenía razón, él era un Emperador después de todo. Jungkook tenía un dulce puchero en los labios que se le antojó besable, así que sin más lo hizo para cambiar de ambiente. Con suavidad los metió en el agua caliente y con aroma flores, se sentó y puso al joven sobre sus piernas.

- Jimin –llamó acariciando con la yema de sus dedos el rostro del Emperador-, ¿puedo confesarte algo?

Él asintió con cierta duda temiendo que Jungkook pudiera hablar sobre sus sentimientos, específicamente sobre un enamoramiento con el Emperador porque eso les acarrearía problemas muy grandes. Un emperador debía mantener la cabeza fría y no dejarse llevar por el calor de un momento; sin embargo, se le estaba haciendo difícil controlar sus emociones con aquel pequeño ángel.

A los Pies del Emperador (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora