La mañana siguiente en el palacio fue igual de opresiva que la anterior. La misma luz dorada se filtraba a través de las ventanas, pero no parecía aliviar la tensión que había calado hondo en el aire. Jungkook estaba en la habitación que el rey le había destinado, pero su mente no descansaba. No podía dejar de pensar en lo que había sucedido la noche anterior. La forma en que Jimin lo había tocado, la amenaza oculta tras sus palabras... todo le revolvía el estómago y lo mantenía en vilo.Jungkook era un doncel, sí, pero también era alguien que había aprendido a sobrevivir. No iba a dejarse atrapar tan fácilmente. No iba a ser una pieza en el tablero de Jimin.
Con este pensamiento, se levantó de la cama, sus ojos azules reflejando una determinación que ni él mismo comprendía completamente. Mientras se vestía, la puerta de su habitación se abrió sin previo aviso. Los guardias del rey entraron sin mostrar signos de amabilidad.
"El rey te espera", dijo uno de ellos, su tono impersonal y directo.
Jungkook los miró fijamente, pero no hizo preguntas. Simplemente asintió con la cabeza, sabiendo que no tenía opción. Lo que el rey deseaba, lo obtenía, y a estas alturas ya comprendía que cada acción de Jimin tenía un propósito. Ningún movimiento era accidental.
Lo escoltaron por los pasillos del palacio, hasta llegar a un gran salón decorado con tapices de antiguos guerreros y dragones míticos. En el centro del salón, sentado sobre su trono, Jimin esperaba. Su figura era aún más majestuosa bajo la luz suave que entraba por los vitrales, como si el rey fuera una figura sacada de algún cuento oscuro y fantástico. Sus ojos, tan fríos y calculadores, se posaron en Jungkook con una intensidad casi palpable.
"Te he estado esperando", dijo Jimin, su voz suave, pero cargada de un poder que parecía envolverse en cada palabra.
Jungkook se acercó sin prisa, su expresión serena aunque su mente hervía con pensamientos. El rey no era un simple hombre, y lo sabía. Había algo en él, algo que no podía entender completamente, que lo atraía y lo repulsaba al mismo tiempo. Había algo en su control, en su imponente presencia, que provocaba una extraña fascinación.
"¿Qué quieres de mí?" preguntó Jungkook, más por costumbre que por necesidad de respuestas. Aunque su voz permaneció tranquila, un leve destello de desafío brilló en sus ojos. Sabía que, de alguna manera,Jimin esperaba algo más de él. El rey siempre esperaba algo más.
Jimin sonrió de forma casi imperceptible, como si ya supiera lo que estaba a punto de decir. "Quiero que me demuestres tu valor, Jungkook. Porque aún no entiendo por qué has llegado hasta aquí sin romperte. ¿Cómo puedes desafiarme con esa mirada tan fría? ¿Por qué no temes?"
Jungkook frunció el ceño, esta vez sin ocultar la molestia en su rostro. "No tengo miedo de ti", dijo, casi como un desafío en sí mismo. "El miedo es para los débiles, y yo no soy débil."
El rey se levantó lentamente de su trono, su capa de terciopelo negro arrastrándose tras él con gracia. Se acercó a Jungkook con pasos tranquilos pero llenos de autoridad, como una sombra que se alza sobre su presa. Sin apartar la mirada del joven, Jimin extendió una mano hacia él.
"Lo veremos por ti mismo", dijo, su voz ahora cargada con un tono más grave. "Te he dado una oportunidad para ganarte un lugar aquí, en mi reino. Pero cada doncel que entra en mis dominios tiene que pasar una prueba."
Jungkook lo miró sin comprender, su mirada desafiante no vaciló. "¿Una prueba? ¿Qué prueba?"
Jimin hizo un gesto hacia los guardias que se encontraban cerca. Uno de ellos se adelantó y dejó caer sobre el suelo un pesado saco de terciopelo negro. Cuando el saco se deshizo, una espada apareció, imponente y brillante. Jimin la levantó con destreza y la mostró a Jungkook.
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Obsesión Real
FanfictionEn un reino distante, en el corazón de Corea, existió un monarca cuyo nombre se susurraba con temor y respeto: Rey Jimin. Lejos de la imagen del líder amable y compasivo que muchos esperaban, Jimin gobernaba con mano de hierro, implacable y frío com...