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Llevaba observando la oscura y vacía calle frente a mi hace alrededor de 30 minutos. A mi costado, en el asiento del acompañante de la camioneta, se encontraba Zhan-Ge, durmiendo plácidamente, con el respaldar recostado hacia atrás y mi abrigo cubriendo su cuerpo.
Ya eran casi las 4 de la mañana. Habíamos estado hablando tan motivadamente, que no noté cuando su voz sonaba cada vez más baja, ni cuando solo afirmaba a lo que decía con un "mh", quedándose dormido con la cabeza apoyada en el vidrio de la ventanilla.
Y realmente no sabía que hacer en esta situación; no sabía donde vivía Gege y quizás le incomodaría que lo lleve a mi casa, pero también estaba el problema de mi camioneta, no podía irme y dejarla aquí toda la noche... y como si ya no fueran suficientes inconvenientes, no quería despertar a Zhan.
Quizás pueda recostar los asientos de atrás y armar una cama improvisada, de seguro que entramos los dos.
Bingo.
Salí cuidasosamente por la puerta y me dirigí a mi labor de armar lo antes mencionado.
...
-Gege, deja de resistirte, te tengo que llevar para acostarte mejor-Dije tirando de los brazos de Zhan, los cuales se negaban a alejarse de su cómoda posición.
-Mmgh~- Se quejó por quinta vez.
-Si te cargo dejarás de refunfuñar como un niño?-
Observé como aún con los ojos cerrados, consideraba lo que había dicho, y segundos después, levantó los brazos indicandome que esperaba ser cargado.
-Ja, solo te faltó tener orejas de conejo y moverlas con alegría- Contesté mientras Zhan me abrazaba por el cuello y lo levantaba, cargándolo como princesa.
Joder, apenas hoy tuvimos una conversación decente y en este momento siento que nos conocemos hace 10 años.
-Cállate, Yibo- Dijo adormilado.
Me dediqué a sonreir cuando lo apoyé cuidadosamente en la parte de atrás del auto y rápidamente se volvió a hacer una bolita, abrazando mi campera.
El espacio que había quedado luego de reclinar los sillones traseros, no era relativamente grande, pero si suficiente para que, flexionando un poco las rodillas, entremos ambos bastante cómodos.
...
Bajé el baúl del auto, coloqué la traba por seguridad e intentando no hacer tanto ruido, me recosté boca arriba, esperando a conciliar el sueño.
Una pequeña ventana en el techo me mostraba la estrellada noche, y la luz de la luna mantenía el reducido espacio un poco iluminado.
La nostalgia que me provocaba pensar en todo lo que había pasado hoy me hacía sentir raro. Antes, a duras penas podía mantenerme a unos cuantos metros de este chico, y ahora incluso me corresponde.
