Capítulo 5

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Lily Evans estaba que trinaba, furiosa ante el mayor de los Black. Rhea por otra parte no podía hacer nada salvo intentar ignorar la situación, de cierta forma se esperaba que el chico siguiera siendo igual de irresponsable. Solo bastó ver como se había olvidado de ella y casi terminó con su rostro pegado el suelo. La profesora le pidió que tomaran asiento, Lloyd era ayudada por Lily una vez más. Al salón entraron los dos varones faltantes, ambos con la respiración entrecortada que mostraba la carrera que debían haber hecho para llegar al salón. La sola mirada de McGonagall bastó para que se sentaran y no dijeran palabra alguna, Sirius Black estuvo sorprendentemente callado aquel día.

En cuanto la clase terminó, la profesora McGonagall le pidió a Lily Evans que acompañara a la otra pelirroja hacía su siguiente clase, reteniendo al joven Black mientras las adolescentes desaparecían por la puerta. Lily se abrazaba a su brazo otra vez, comenzando a parlotear sobre todo lo que veía en el trayecto para que Rhea pudiera enterarse de todo lo que sucedía a su alrededor.

"¡Por Merlín! ¿Es esa Mary McDonald junto a Marlene? Hace dos horas estaban molestas la una con la otra"

"Ahí viene Potter, ¡rápido, haz como si estuvieras hablando conmigo!"

"De acuerdo, Remus se lo ha llevado"

"No puede ser... ¿Qué hace ese Hufflepuff colgado del techo?"

A Rhea no podían importarle menos las cosas que expulsaba Lily por la boca, le interesaba muy poco saber lo que hacían los demás a su alrededor, más la dejó hablar a sus anchas al notar aquel tono entusiasta que adoptaba su acompañante cada vez que veía a algún alumno que conociera.

En las pocas horas que llevaban juntas los últimos días, la leona pudo notar que Lily agarraba confianza muy rápido con las personas que le agradaran. Le gustaba hablar sobre libros, sobre su vida, sobre cuánto quería a sus padres y, si no recuerda mal, la oyó hablar sobre una hermana que tenía. ¿Perruna? ¿Pezuña? No... ¡Petunia! Sí, eso era, Petunia Evans. Sin embargo le contó que la relación con ésta no era la mejor.

Lo que más le gustaba a Rhea de Lily era que no preguntaba por su vida, no preguntaba por su familia ni por relaciones externas. Lily le daba su espacio y la dejaba ser, encantada por escucharla hablar en cuanto Rhea parecía hablar más de dos palabras y contarle pequeñas cosas sobre ella.

Lily parloteaba y Rhea escuchaba.

Así había pasado una semana, una semana en la que Sirius Black no se veía por ningún lado del colegio y semana en la que Lily fue la encargada de ayudar a Rhea durante su jornada escolar y horas fuera de ellas. La joven Evans se había convertido en alguien cercano a ella, y Lily creía que tras tanto tiempo intentando acercarse a Lloyd, al fin había conseguido convertirse en su amiga, y aquello no la había decepcionado en absoluto porque Rhea era y cito palabras textuales de la pelirroja "un amor de persona".

Los merodeadores habían pasado aquella ultima semana encerrados en su grupito de tres, cuchicheando por los pasillos y secreteando por doquier, llamando aún más la atención de lo que normalmente hacían. Remus Lupin, James Potter y Peter Pettigrew iban y venían de un lado a otro como si planearan algo, y la hija de muggles sabía que eso no podría traer nada bueno. Lily no había visto a Sirius Black, cosa que le extrañó bastante (al igual que a todo Hogwarts) pero se alegró ligeramente porque eso significaba un desastre menos que provocarían.

—Es demasiado raro —dijo Lily cuando estuvieron sentadas en el gran comedor. Era lunes, comienzo de semana y los ánimos de los alumnos no es que fueran los mejores, más la excepción siempre era Lily Evans quien parloteaba sin cesar.

—¿El qué? —cuestionó Rhea.

—No ha estado en toda la semana, y mira, su hermano, Regulus, también parece buscarlo con la mirada en nuestra mesa.

—Lily —llamó tras lo dicho—, no puedo ver.

Los ojos de Evans se abrieron como platos, cayendo en la cuenta de lo que había dicho.

—Lo siento, ¡lo siento! Eso ha sido de muy mal gusto por mi parte.

Rhea solo asintió en señal de que estaba bien.

Sus manos fueron guiadas por su acompañante hacia los bollos de mermelada que yacían a su izquierda para comenzar a servirse la comida, debía admitir que con el pasar de los días había obtenido cierta y pequeña habilidad a la hora de moverse.

—Buenos días, Lily —la voz de James se hizo presente y la nombrada se atragantó con el té que tomaba.

—¿Qué quieres, Potter? —Rhea notó el movimiento que hacía Lily mientras dejaba la taza sobre la mesa.

—¿No puedo saludar a mis pelirrojas favoritas un lunes por la mañana? —preguntó, fingiendo que aquello le había ofendido.

Las cejas de Rhea se juntaron al arrugarse su frente por lo dicho.

—¿Ves? Mira la expresión de Rhea —señaló Lily con su dedo índice—, no le caes bien, Potter. ¡Y a mi tampoco! —exclamó elevando su voz.

La esencia a canela llenó sus fosas nasales y la pelirroja pudo notar que Remus Lupin se había acercado.

—No hace falta gritar —dijo con voz suave—. Buenos días, Rhea, ¿cómo te encuentras?

Si había algo bueno que tenían los merodeadores, ese era sin duda Remus Lupin.

La mayoría del tiempo, Rhea se preguntaba cómo alguien como él había terminado en aquel grupo de amigos.

—No ha habido cambios —fue su respuesta.

Sin contar los secretos que rodearan a esos tres los últimos días, Rhea y Lily se habían cruzado con el castaño en la biblioteca, y el varón siempre le preguntaba si había habido alguna mejoría, recibiendo una respuesta negativa por su parte y un "espero que te mejores pronto, lo siento otra vez" por parte de él.

El olor a azufre fue lo que sintió esta vez, aquella era la esencia que emanaba Pettigrew. El recién llegado no dijo absolutamente nada y sólo comenzó a comer en silencio, escuchando lo que sus amigos decían.

—Sabes, ya le he hablado a mis padres sobre nosotros —mencionó James hacia la pelirroja—. Quieren conocerte para las próximas vacaciones.

Las negras cejas de James se elevaron y bajaron rápidamente, causando la risa ahogada de Peter y la negación de cabeza por parte de Remus, por no contar la mueca molesta de Lily.

—A menos que puedas obligarme, no hay manera de que yo vaya a ningún lado contigo —soltó Lily.

—No hay problema, ellos pueden venir —James encontró una solución rápidamente.

Evans se giró hacia su amiga, decidida a ignorar a la pesadilla que se sentaba frente a ella. Para ser sinceros, Lily merecía una gran medalla por ser capaz de no clavarle la varita en la garganta a James Potter.

—¿Quieres que nos cambiemos de lugar? —le preguntó Lily, temiendo que la presencia de los leones arruinara su comienzo de semana o la molestara. Era realmente conmovedora la manera en la que Lily Evans se preocupaba por Rhea Lloyd.

Rhea negó mientras seguía masticando. Los ruidos en el comedor la distraían, el hecho de que sus sentidos se hubieran agudizado por la falta de visión era algo por lo que dar las gracias, así podía adaptarse más fácilmente a su nueva condición.

El olor a nuez moscada que tanto había comenzado a repudiar entró por las puertas del gran comedor, los pasos despreocupados y el silbido tranquilo que salían de sus labios llamaron la atención a los presentes. El joven Black se sentó junto a sus amigos y sonrió en grande hacia Evans, como si fueran amigos de toda la vida y no se hubieran visto por vacaciones.

—Buenos días —saludó radiante.

Rhea tragó lo que tenía en la boca y dejó la comida en el plato, su apetito había desaparecido al escuchar esa voz.

—Pensándolo mejor, Evans, sería mejor que nos cambiásemos de lugar.

OJOS CIEGOS ➪ Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora