Capítulo 7

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La voz de la profesora era como un susurro a la lejos, Rhea realmente intentaba poner atención en lo que decía la mujer pero su nuevo compañero de mesa no se lo permitía. Sirius había cumplido con su palabra: había ido con ella, siempre acompañándola tomada del brazo, y asegurándose de recordarle donde había algún obstáculo a su paso. Era un cambio grande por parte del joven y bastante extraño a su parecer. Sus acciones parecían surrealistas. Cuando llegaron al aula, el Gryffindor los guió a ambos hasta un lugar libre y decidió que compartirían mesa para así "poder ayudarla mejor", sin embargo lo único que había hecho era hablar sobre cómo conoció a James y cuánto disfrutaba pasar tiempo en su casa durante el verano.

—... y eso fue sólo cuando James y yo pasamos dos semanas enteras en su casa. Creo que debería haberme disculpado con su madre por haber dejado la cocina pintada de naranja pero seguro que a estas alturas ya no lo recuerda —decía el pelinegro.

Rhea suspiró y aquel suspiro no pasó desapercibido para Lily, quien se sentaba delante de ella junto a Mary Macdonald, por lo que giró su cuerpo con rapidez y escudriñó al dúo mientras lanzaba una mirada antipática al león.

—¿Te está molestando? ¿le debo decir ya a McGonagall que me asignen? —preguntó la hija de muggles.

Rhea ladeó su cabeza y esbozó una pequeña sonrisa divertida mientras negaba.

—Aún no —dijo—, sólo necesito escuchar lo que dice la profesora pero parece muy empeñado en contar toda su vida.

Sirius juntó sus cejas y actuó ofendido, recostando su cuerpo sobre la mesa y mirando desde abajo el pálido rostro de su compañera.

—Pareciera que no te interesan mis historias.

—Sin ánimo de ofender, realmente no me interesan, prefiero escuchar lo que la profesora tiene que decir. Resulta más útil para mi futuro académico —explicó Rhea con tono suave.

Lily bufó molesta. Tras todo lo que el pelinegro le había hecho pasar y Rhea seguía siendo una pequeña cosita amable al hablar con él.

—¿La has oído, Black? —preguntó Lily—. Tus historias no le importan y quiere que te calles, así que cállate.

—Eres demasiado brusca, Evans, así James no te querrá más.

—Es verdad, no te querré más —se entrometió James Potter sentado en la mesa detrás de Sirius y Rhea.

—Merlín se apiade —murmuró ella—. Rhea, cualquier cosa me avisas y hablamos con el director o le damos una paliza, como te resulte más sencillo —sugirió la pelirroja mientras hacía crujir sus manos intentando aparentar lucir ruda.

—No será necesario hacer eso —rió el pelinegro—, ¿verdad, Lloyd?

Rhea suspiró agotada y colocó su codo sobre la mesa, descansando la barbilla en su mano y bajando sus párpados para tener que evitar responder a aquello. No quedaba mucho tiempo para que finalizara la clase y no había podido escuchar nada de lo que se había impartido ese día por lo que tendría que pedirle a Lily un resumen de todo cuando volvieran en la noche a su habitación.

—Me parece que te está ignorando —susurró James a su fiel amigo.

Sirius lo miró de lado y elevó una de sus negras cejas.

—¿En serio? —contestó sarcásticamente—. Nunca lo habría notado.

—¿Siquiera os podéis callar un instante? —preguntó una Evans exasperada desde delante.

—Tampoco están hablando tan fuerte —se quejó Peter Pettigrew, hablando por primera vez desde que toda la conversación había empezado—. Tan solo admite que no te gusta escucharnos.

OJOS CIEGOS ➪ Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora