OJOS CIEGOS ➪ Sirius Black

Capítulo 4

No le fue fácil adaptarse a la clase, haber sido privada de su visión le había provocado bastante problemas al tener que acomodarse a su nueva forma de vida, había tirado varios pergaminos y plumas al suelo en la primera media hora de clase. Rhea se sentía inmensamente frustrada, la ayuda recibida por Lily Evans durante la clase fue como quitarle un gran peso de encima, pero como bien decía ella misma: no podía estar molestándola cada dos minutos. Además, la forma de ser que tenía la joven Lloyd no le permitía dejarse ayudar todo el tiempo, le gustaba ser independiente y hacer las cosas por su propia mano, por no decir que estar pidiendo ayuda todo el tiempo le resultaba incómodo y vergonzoso.

Faltaban cerca de cinco minutos para que la clase acabara, Rhea se dejó desconectar por un instante y apoyó su cabeza encima del pupitre, inhaló profundamente y exhaló tras varios segundos. Lily la miró durante un instante antes de volver la vista al frente y seguir escribiendo cada palabra que el profesor expulsaba por la boca.

— ¿Vendrá?—dijo Evans sin quitar la vista de su perfecto pergamino.

La pelirroja a su lado se encogió de hombros, totalmente ajena a lo que se estaba enseñando en los últimos minutos de clase.

— Quién sabe, puede ser—fue su respuesta. Lily notó como su compañera había comenzado a hablar bastante más desde que sucedió el accidente, aún así la mayoría de las veces el silencio estaba presente junto a Lloyd—, probablemente, dudo bastante que quiera ser expulsado de Hogwarts.

— Has comenzado a comunicarte más—decidió celebrar la joven Evans—, en los años que llevamos aquí, nunca habías hablado tanto.

— En todos los años que llevamos aquí nunca me había quedado ciega hasta el punto volverme dependiente y tener que hablar para comunicarme aunque no quiera.

— Cierto. Culpa mía—Rhea enderezó su espalda cuando la clase se dio por finalizada, estirando sus manos hacia su pelo para peinarlo levemente aunque no pudiera confirmar si estaba bien o mal—. De igual forma te digo, me gusta tu voz.

Lloyd ladeó su cabeza, elevando una de sus anaranjadas cejas.

— ¿Gracias?

Un silencio sepulcral se instaló entre ambas tras esas palabras.

Lily soltó una pequeña risa nerviosa, aquello se había tornado algo incómodo ya que Rhea Lloyd rara vez era elogiada por algo que no fueran sus estudios y no sabía cómo responder, por lo que aquella respuesta había zanjado la conversación.

Evans no lo admitiría, pero nunca se había alegrado de ver a Sirius Black tanto como aquel día. El joven león acababa de ingresar en el aula con su rebelde melena desordenada, se había inclinado y apoyado ambas manos en sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento. Había atravesado casi la mitad del colegio en dos minutos, empujando a diestra y siniestra, y ganándose algún insulto en el camino.

— ¡Lloyd!—exclamó el pelinegro—, he llegado a tiempo.

Lily habló:— Enhorabuena, has comenzado la tarea que debías haber iniciado esta mañana.

— ¿Dejarás de atacar a mi persona algún día, Lily?—cuestionó con falso tono de ofendido.

— Lo dudo.

Rhea no había pronunciado palabra en aquella pequeña y estúpida conversación, intentando ignorar el fortísimo olor a nuez moscada que desprendía el recién llegado, se había limitado a observar la poca claridad que aquel nuevo mundo en negro le proporcionaba. Podía reconocer que había luz porque la oscuridad en sus ojos parecía más brillante, a diferencia de la noche anterior en su habitación que el ambiente era completamente opaco y sin brillo. Se podía decir que al menos podría reconocer durante la noche si alguien estaba despierto o si alguien dejaba las luces de la habitación encendida.