La vida de Caolan estaba en las manos de Stålben, el cuerpo del muchacho se había congelado, el frío sudor se resbalaba en su frente y ninguna palabra salía de los labios del moreno, su quijada estaba tan tensionada que sería posible escuchar la fricción entre sus dientes. Stålben movió lentamente el arma deslizandola hasta la mejilla del muchacho, Sol al ver los movimientos de su compañera intervino inmediatamente.
- Tranquila Stålben, él no es ninguna amenaza. Él es solamente otro muchacho perdido, no tienes que actuar así.
- ¡Ese es el problema acá! ¿Cómo sabes que no nos venderá? Estos no son tiempos para confiar en cualquiera que ponga una cara asustada.- Se defendió Stålben.- Él podría ser el enemigo.
- Son tiempos para ayudar a nuestros hermanos Stålben.- Reafirmó Sol con un tono bastante autoritario, él mismo se percató que su tono de voz no era el correcto así que adoptó uno que sí le representaba: un tono bajo y preocupado.- ¿Qué diría Ailo si te escucha decir eso?
Aquella pregunta dio en clavo dejando completamente silenciada a Stålben, bajó el arma guardandola de nuevo en su funda que abrazaba su pierna izquierda. La simple mención de aquel nombre le devolvió la razón y empatía a la muchacha, a pesar que no iba a discutir abiertamente sobre aquel nombre ella no iba a dejarle la última palabra a su compañero.
- Sí este muchacho nos da problemas seré la primera en darle caza. Y tú le seguirás Sol.
- Hm-hmm, como tú mandes bella.
Sol tomaba en bromas las amenazas de Stålben pues él estaba confiado que nada iba a ocurrir mientras que Caolan estaba completamente seguro que la mujer cumpliría con aquellas palabras y solo pensar en lo aterradora que era Stålben un escalofrío recorrió su espalda y un punzón en su estómago le siguió, su piel también empezó a palidecer y sentía que en cualquier momento su conciencia podría desvanecer.
El resto del viaje destacaba la enorme tensión acompañado del incómodo silencio pero eso llegó a su fin en el momento que Sol estacionó la camioneta y apagó el motor. Stålben fue la primera en salir del vehículo, luego Sol y Caolan le siguieron, quién aún mantenía su distancia por el temor que Stålben le había implantado, la mujer se dirigió a un establecimiento y lo único que lo identificaba como uno era por la poca luz que emanaba los faroles de la calle.
Caolan había quedado atrás mirando con más detalles aquella estructura, él había estudiado arquitectura así que podía notar cuando un establecimiento tenía una temática o no, en este caso no pudo evitar notar que el lugar tenía un aire extraño pero elegante. En la entrada había columnas griegas de orden jónico, estos se usaban en los templos construidos para las diosas. Cuando quiso admirar el capitel de las columnas Sol lo llamó y eso le devolvió los pies a la tierra y apresuró su paso quedando al lado de Sol, segundos después la pesada puerta que estaba delante de ellos comenzó a abrirse revelando a una voluptuosa mujer vistiendo únicamente un peplo dórico, una túnica que drapea por el cuerpo y es sostenido por fíbulas en los hombros. Eso le dejó claro a Caolan que el lugar seguía una temática.
- Creí que nunca iban a llegar, me tenían muy preocupada ¡Estuve a poco de irlos a buscar! Claro que Lucio ni Marco me iban a dejar salir.- Comentó la mujer con el antiguo vestuario. Sus manos encontraron su cintura y reposaron ahí mientras que su mirada se posó en Caolan, la preocupación abandonó el rostro de la fémina dejando una sonrisa en su lugar.- ¿Oh? ¿Traen a una nueva diosa a nuestro templo?
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Anémonas Armadas
Aktuelle LiteraturMolohaq, Un país tercermundista donde sus habitantes son silenciados mediante balas, la sangre corre por las calles, el miedo reina las casas y no hay escapatoria. Un país gobernado por un hombre cegado de poder y su grupo de fanáticos genocidas har...