Capítulo VI: Mujer imprevisible

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Si la mirada de aquella mujer fuera capaz de matar centenares de personas estarían en el suelo, Caolan había perdido sus colores, estaba completamente pálido por el miedo y la mujer notaba lo aterrorizado que él se encontraba. El muchacho cerró los ojos dejándose enmascarar por el dolor y pánico soltando plegarias en susurros, Caolan estaba listo para despedirse del mundo al igual que su hermana y madre.

- Te diré hacia donde escaparás, así que escúchame bien.- Expresó la mujer en un tono muy demandante.- No vengo a capturarte ni nada parecido.

Las palabras de la mujer provocó que Caolan abriera los ojos con incredulidad ¿acaso no iba a secuestrarlo? ¿O entregarlo a los hombres que acabaron con su pequeña familia? Miles de preguntas se acumularon en su cabeza pero ninguna sería respondida con certeza pues la apariencia de la mujer gritaba "soy tu enemigo, aléjate" pero su propuesta le daba otras ideas. Sin embargo Caolan sentía que no tenía derecho a decir una sola palabra y obedecería a la mujer puesto que sus opciones eran limitadas y prosiguió a asentir con la cabeza aún con el temor reinando en sus verdes ojos.

- Veo que eres muy cooperativo, eso me ahorrará problemas, ahora bien iré al punto.- Habló la fémina tras dar unos pasos hacia atrás.- Tú hijo mío estás en busca de captura por estar enlazado a una gran mujer. Conocí a tu madre hace mucho tiempo, le debo mi vida y en cuanto supe que irían por ella salí de mi base sólo para enterarme que llegué tarde... ¡Llegué tarde carajo! ¡Fallé en lo único que debía hacer!

La uniformada desató su furia dando un fuerte puñetazo contra la pared de concreto, sus nudillos quedaron completamente marcados pero a ella no le importaba el dolor, para ella era más fuerte el dolor de no haber podido salvar a una inocente mujer que solo protestaba por el bien de su país. Las acciones de la castaña le dieron confianza a Caolan, ella no sería capaz de estar mintiendo a no ser que sea una buena actriz, cosa que era muy dudable, en cuanto a la mencionada ella recobró su postura y volvió a lanzar su mirada a Caolan.

- Perdona, me dejé llevar... Escúchame bien, todas las cucarachas del primer distrito están buscando como locos a las personas que están en contra del hijo de perra del presidente, incluso sus familiares, créeme no eres el único que ha perdido seres queridos por toda esta locura pero a diferencia de ellos yo vengo a darte una segunda oportunidad.

- Pero... ¿por qué a mí?- Cuestionó Caolan quién estuvo todo el momento en silencio pero por primera vez en su vida se atrevió a interrumpirle a alguien.- Yo no he hecho nada especial, yo no soy nadie ¡No merezco esto! ¡No lo merezco! ¡No merezco ni estar vivo ahora!

La pesada mano de la mujer se estrelló con furia contra la mejilla del muchacho evitando así que él continuara diciendo tremendas frases que solo acumulaba más enojo a la mujer.

- Vuelves a hablar pura basura así y te daré contra la pared.- Amenazó la mujer en voz baja para luego soltarle un gruñido.- ¡¿ENTENDIDO?!

Caolan mordió su lengua y se obligó a mantenerse callado aguantándose el ardor del reciente manotazo, fue tan fuerte que la palma de la fémina había quedado marcada en su morena piel

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Caolan mordió su lengua y se obligó a mantenerse callado aguantándose el ardor del reciente manotazo, fue tan fuerte que la palma de la fémina había quedado marcada en su morena piel.

- Ya no tengo tiempo así que espero que tengas una buena memoria. Irás a "Transportes Naess" comprarás un pasaje de bus que te lleve al distrito siete y una vez ahí te dirigirás al lago Hulda y preguntarás por Testarrosa.- La mujer le entregó una pequeña bolsa hecha de arpillera de yute.- Esto es suficiente para el pasaje, merienda y agua. En fin, desde ahora tú no me has visto, no me conoces y para el primer distrito tú ya estás "muerto" pues me encargaré de ello.

Caolan aceptó la bolsa y la guardó en el amplio bolsillo de sus sucios shorts de basquetbol, al levantar la mirada para agradecerle de corazón a la mujer por su increíble gesto de amabilidad ella había desaparecido al igual que un fantasma, no había ni un simple rastro de ella. Él era la única alma viviente en aquel local abandonado.

Anémonas ArmadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora