Capítulo II: Alteración

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La robusta mujer aseguró que nada de su mercancía faltaba, su puesto era una pequeña ferretería así que tenía que asegurarse que cada cosa estuviera en su lugar pero lo que más le aliviaba era que su negocio no fue saqueado como los demás que estaban situados en las cuatro principales entradas del mercado, las que estaban en el centro no sufrieron ningún daño puesto que muchos vendedores del mercado ahuyentaron como pudieron a los saqueadores, muchos usaron armas hechizas, bates, tubos y unos pocos usaron escopetas pero solo con el próposito de asustar. Estos vendedores no caerían en el pecado del asesinato.

Esta noticia fue la única razón por la que Caoímhín salió de su hogar dejando a sus hijos atrás. Fue a ver si su fuente de dinero seguía en pie y tras tomarse su tiempo en asegurarse de su mercancía prosiguió a cerrar su negocio sin embargo unos largos brazos lograron rodearla y antes de que la mujer hiciera un moviento brusco en contra de quien la había atrapado una voz completamente familiar le hizo bajar la guardia. Una vez libre Caoímhín abrazó apropiadamente a la que la había inmovilizado, era Yosneeda, una de las vendedoras mas jóvenes de la zona y apodada por todos como la chiquilla, le hacía justicia a su baja estatura y a su actitud tan infantil.

Yosneeda estaba feliz de ver a Caoímhín ilesa pues la había visto en la gran protesta en los canales no oficialistas pero su alegre voz fue interrumpida por la voz de un hombre. Ambas giraron a ver quién interrumpia su encuentro. Un joven hombre estaba en la entrada observando a ambas y este no este no estaba ahí para hacer negocios, ese hombre estaba ahí para infundir el pánico y lo logró solo con la chiquilla pues Caoímhín no se dejó influenciar, el hombre lo notó y dio unos pasos acercándose a las mujeres.

Los depravados ojos del hombre eran distintos una vez que se acercaban, su ojo derecho era ligeramente más oscuro que el izquierdo y debajo habían dos lunares. Su negro cabello estaba completamente descuidado, seco, frágil y enredado, su boca era muy pronunciada dispuesta a soltar cualquier blasfemia. Su morena piel cargaba varias cicatrices pero eran difíciles de ver ya que estaba cubierta por la tela de su pulcro uniforme. El aspecto del hombre solo le causaba repulsión a Caoímhín.

En lo que el hombre se acercó a Caoímhín la chiquilla aprovechó para huir, un movimiento bastante egoísta pero en este caso salvar su propio pellejo era esencial pues ella prefería mil veces que se llevaran a su compañera pues ella ya había vivido...

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En lo que el hombre se acercó a Caoímhín la chiquilla aprovechó para huir, un movimiento bastante egoísta pero en este caso salvar su propio pellejo era esencial pues ella prefería mil veces que se llevaran a su compañera pues ella ya había vivido su vida o al menos eso pensaba Yosneeda.

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