"¿Quién es Sam?" (Reescrito)

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Entramos en una sala donde había muy poca luz en su interior. Al entrar, una mujer se encontraba sentada sobre un sillón, bastante relajada.

—Deberías saberlo, barón —dijo la mujer, repiqueteando los dedos en el sillón—, que no puedes solo venir a mi bar y hacer demandas. 

—No es una demanda. Es una oferta —Zemo tomó asiento frente a ella. 

—Mucho ha cambiado desde que estuviste aquí —nos miró a Bucky y a mí un momento, luego volvió a mirar a Zemo—. Además, ¿no te estabas pudriendo en una prisión alemana? ¿Alguien te ayudó a escapar? —alzó una de sus cejas.

—Personas como nosotros no estamos mucho tiempo en prisión —le quitó importancia—. Me imagino que ya adivinaste porque estoy aquí.

—Tú eres más alto de lo que creí, Tigre Sonriente —ignoró a Zemo para prestarle atención a Sam. Después volvió con su atención hacia Zemo—. ¿Y cuál es la oferta?

—Dinos que sabes del suero del supersoldado —Zemo se levantó para dar pasos hacia nosotros. Una mano cayó sobre mi hombro y la otra en Bucky—, y te los voy a entregar junto con los códigos para controlarlos, por supuesto. Harán todo lo que tú desees.

—Ese es el Zemo que estaba esperando ver —lo observó, orgullosa—. Que bueno que al final no te asesiné de inmediato. Hiciste lo correcto en venir a buscarme. El suero del supersoldado está aquí en Madripoor. El Dr. Wilfred Nagel es el hombre a quien agradecer o... condenar. Dependiendo en que lado estes.

 —¿Y Nagel sigue en Madripoor?

—Las migas de pan te las puedo obsequiar. Pero la panadería cuesta, barón —Selby se levantó y en ese mismo instante, el celular de Sam comienza a sonar. Ella se giró hasta él—. Contesta. En altavoz —demandó. Bucky y yo nos posicionamos detrás de ella. Detrás de Sam había un hombre con un arma en mano.

—¿Hola? —Sam contestó, cambiando su voz.

—Hola, ¿cómo estás?. Hay que hablar sobre todo este asunto. Esta volviéndome loca —contestó una mujer al otra lado de la línea. 

—¿De qué asunto exactamente dices que necesitas hablar?

—¿Estás drogado?  —Selby se paseó alrededor de ambos—. Ya sabes de qué asunto. El único asunto que hay entre tú y yo.

—¿Qué asunto? No entiendo, Sarah. Dilo.

—¡Él estúpido bote! Y cuida ese tono, ¿okey?. Sam perdón. Te llamaré después  —y la mujer colgó.

—¿Sam? ¿Quién es Sam? —cuestionó Selby—. Acábenlos —dijo de repente y los hombres dispararon sin pensarlo. 

Los cubrí a todos con un escudo de energía, evitando que las balas nos llegaran. Una bala rebotó sobre el escudo cayendo sobre Selby, matándola al instante. Golpeamos a los guardia que se distrajeron viendo a la mujer en el suelo. 

—Van a culparnos por esto —comentó Sam.

—No me digas —dije, sarcástica.

—Tenemos un problema grande, así que..., dejen las armas y hagan lo mismo que yo —dijo esta vez Zemo, calmado. 

Salimos del pequeño lugar e íbamos caminando de manera rápida hacia la salida del bar. 

—Esto no es bueno —dije cuando alguien a lo lejos nos comenzó a disparar. 

—¡Corran! —gritó Bucky, tomándome de la mano. Esquivé como pude las balas que se dirigían hacia nosotros.

—¡No puedo correr con tacones! —confesó Sam, posicionándose a nuestro lado sin dejar de correr. 

—¡Pues tendrás que acostumbrarte! —respondí.

Corrimos hasta que doblamos por una esquina, pero aún nos seguían y esta vez en motos. No duraron mucho tiempo, ya que alguien los había matado. 

—Parece que los protege un ángel —comentó Zemo intentando recuperar el aliento una vez nos detuvimos. 

—Bueno, esto es demasiado perfecto —comentó una voz bastante familiar. Se dejó ver cuando salió de las sombras. Sharon. Tu arma, Zemo —lo apuntó con su arma. 

—¿Sharon? —Bucky sonó impresionado. Sharon pasó por alto a Bucky.

—Por tu culpa lo perdí todo —seguía diciéndole a Zemo, dando pequeños pasos hacia él.

—Sharon, espera —la detuvo Sam—. Alguien recreó el suero del supersoldado, y Zemo tenía una pista.

—Y eso explica porque están aquí, y Selby murió.

—¿Y tú que haces aquí? —preguntó Buck.

—Robé el escudo de Steve, ¿lo olvidaste? —su arma seguía apuntando—. Y te di tus alas para que tu trasero, salvara sus traseros, de su trasero —dijo todo eso apuntándonos a cada uno de nosotros—. Pero yo no tuve ningún vengador que me respaldara, así que ahora me oculto en Madripoor.

—Necesitamos tu ayuda —comenté por primera vez, y ella me sonrió, fingidamente—. Por favor.

—Esto no ha acabado. Estoy viviendo en High Town, estarán a salvo por un momento —finalmente, bajó su arma, con su cabeza indicó que la siguiéramos hasta un auto.

•  •  •

Entramos al lugar del que Sharon nos había hablado. Era bastante luminoso, tenía muchas cosas en ella. Grandes cristales que rodeaban algunos objetos de bastante valor.

—Parece que te a ido bien rompiendo tantas leyes —comentó Sam girando para observar todo el lugar. 

—Bueno, si tenía que vivir como una estafadora, decidí que al menos disfrutaría haciéndolo. Rápido, tienen que cambiarse. Recibiré clientes en unas horas.

Estaba en brasier cambiándome en el baño, cuando alguien toca la puerta. No me inmuté en taparme. Me di la vuelta para abrir la puerta, y frente a mí apareció Bucky. Su vista viajo desde mi cabeza hasta mis pies. Luego volvió a mis ojos. 

—¿Qué sucede?

—Te estabas demorando demasiado. Pensé que te había ocurrido algo —su dedo apuntó mi ropa—. Me gusta ese color. Me gusta como queda el rojo en ti —sentí calor en mis mejillas.

—Gracias. Pero no necesitas venir a cuidarme a cada rato. Sé cuidarme sola. 

—¿Y si te desmayas?

—Estoy bien, de verdad.

—Okey, solo apresúrate —me besó en los labios, tardando un momento. 

—Okey, sargento —dije cuando este cortó el beso y ya comenzaba a retirarse. Se giró nuevamente hacia mí, ladeando ligeramente su cabeza.

—Si lo dices tú suena cada vez mejor —sonrió antes de desaparecer. 


"Así soy yo"/Bucky & tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora