-Chicos, me conocen de toda la vida -lo golpeé-. Sus nombres son James Buchanan Barnes, y el tuyo -me apuntó-, es Kelly Marilyn Jones.
-¡Cállate! -grité.
-No pelearé con ustedes -dijo, dejando caer su escudo al vacío-, son mis amigos.
Como si est...
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—Mucho mejor —me dijo Sharon en cuanto me vio salir del baño ya cambiada.
—Si, gracias por esto —señalé el vestido.
—No hay de que.
Me senté en el sillón que había en el centro de la sala. Bucky también llegó sentándose a mi lado.
—¿Por qué lo haces, Sharon? —Sam buscaba entre un perchero alguna camisa—. ¿No quisieras volver a casa?
—Van a encerrarme si pongo un solo pie en el país —tiró una prenda al sillón—. Madripoor no permite la extradición.
—Perdóname por no llamarte —se disculpó Sam—. Pero después del blip y del caos, nunca...
—Entiendes que eso de ser héroe es un chiste, ¿verdad? —lo interrumpió—. Te vi devolver el escudo —corrección... todos lo vimos—. En el fondo sabes que todo es hipocresía.
—Lo sabe. Y no, no tan al fondo —Zemo se metió en la conversación, con una vaso en la mano.
—Por cierto, ¿qué tal el nuevo Cap?
—Ya no hablemos de eso —Bucky contestó mucho antes de que yo lo hiciera. Sharon rió, sarcástica. Se acercó a nosotros.
—Por favor. Siempre se han creído esas estupideces patrióticas. Antes de que fueran sus mascotas psicópatas —apuntó a Zemo—. Eran su mejores amigos.
—Wow, se volvió venenosa —afirmé con la boca llena de malvaviscos.
—Muy venenosa —me siguió Bucky.
—Karli Morgenthau y otros siete, al menos, tomaron el suero.
—Yo diría que dejen todo este asunto por la paz. Por su propio bien —dijo Sharon.
—Esto es arriesgado, pero no nos iremos hasta encontrar a la persona que logró recrear el suero.
—Tenemos un nombre. Wilfred Nagel.
—Nagel trabaja para el Mediador de Poder —comunicó Sharon, yendo a servirse del mismo trago que tomaba Zemo.
—Sharon ayúdanos. Puedo hacer que limpien tu nombre.
—¿Ahora negocias con mi vida?
—No en ese sentido.
—Estás mintiendo. Solo finges que puedes limpiar mi nombre.
—Bien, tal vez sea hipocresía. Pero incluso al zombi biónico y a la novia super poderosa de este, los perdonaron, y mataron a un montón de gente hasta cansarse.
—Eso no fue para nada lindo —susurré.
—Oímos todo —comentó Bucky, pero de igual forma lo ignoraron.
—No creo en la caridad.
• • •
Después de que Sharon hubiera aceptado el trato de Sam, nos dirigió a la sala donde se encontraban demasiadas personas amontonadas siguiendo el rito de la música. Las luces parpadeaban demasiado y la música estaba hasta el máximo.
